ENTREVISTA  A

LITTO   NEBBIA




 En Propuesta Nº 14 - Marzo de 1979 









Algo más que un vendedor de promesas







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"Yo creo que todas las canciones son comprometidas, inclusive las de Palito Ortega." 

"La poesía que se entiende en su totalidad, es una porquería."

"El asunto de las ondas es para los tipos que no crean, que copian a los grupos extranjeros." 

"Lo que más quiero de la música argentina es todo lo de Gardel y Le Pera." 

"El rock no significa nada frente a la cantidad de cosas que hay que aprender en la vida."


Presentar a Litto Nebbia, a esta altura, tiene poco sentido. Quien más, quien menos, todos saben quién es, y qué es lo que hizo a lo largo de su carrera. Lo que no todos saben es cómo piensa. 


Cuando intentamos saberlo, nos llevamos un chasco de proporciones: estábamos en presencia de una de las personas más lúcidas que ha dado la música nacional. Las frases de arriba son sólo una parte de las definiciones que nos dio. Sus palabras obligan a pensar, a replantearse muchos conceptos acerca del rock, de la música, y del arte en general. Y como en periodismo la objetividad no existe, tendremos que decir que estamos de acuerdo.


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BRASIL Y MÉXICO



— La primera pregunta es obvia. Sabemos que estuviste unos meses fuera del país. ¿A dónde fuiste y qué estuviste haciendo?


- Bueno, mira, fui a Brasil y a México con Mirtha (Defilpo), y en principio pensaba llegarme también hasta Estados Unidos y Canadá, pero finalmente decidí no ir. El contacto con la gente de Brasil se hizo mediante una cinta que enviamos con temas nuestros. A los tipos les gustó y nos contrataron para dar dos recitales en la Fundación Cultural de Curitiba; hicimos eso, hicimos dos programas de televisión y después en el Río Jazz Club, un local donde hay manifestaciones de jazz y de música contemporánea en general. 

Aparte de esas actuaciones, lo que hice fue presentar material en distintas grabadoras, encontrarme con músicos, productores, en fin, todas esas cosas que uno hace al salir, para ver las posibilidades de que se edite un disco ahí y de volver a trabajar en otra oportunidad, pero ya con una continuidad mayor. Y pude comprobar que en Brasil no hay muchas posibilidades; una vez que se hacen los trabajos de tipo cultural que yo hice, no hay más nada. La única variante es quedarse a vivir allí y hacer la música que actualmente está de moda en ese lugar, que es tres veces peor que la música comercial de acá. 

La música que se consume mayormente en Brasil, y en general, en todos los países, es de muy mal gusto. Los otros tipos como Nascimento, Egberto Gismonti son respetados y tienen un cierto prestigio, trabajan en giras por Europa o EE.UU., pero tienen poco público. Por ejemplo, el último disco de Gismonti vendió mil quinientos Long Plays. Pensá que el que vende más allá, vende cuatrocientos mil... mil quinientos Lp's es un fracaso total...

En cuanto al recibimiento que tuvimos nosotros allá, fue muy bueno; todas las críticas fueron elogiosas, tuvimos bastante éxito. A la gente le llamó la atención el tipo de composición mío, los textos y la manera de cantar; todo eso les pareció muy original. Pero ése no era el lugar en donde iba a conseguir más cosas. 

De Brasil me fui a México, en donde empecé a trabajar con productores, porque no había ningún contacto previo. Yo había llevado de acá todos los Lp's que grabé, y se los hacía escuchar a los tipos. No sólo el último: yo les ponía los discos de Los Gatos, por ejemplo, y a los tipos les parecía tan raro... nunca hubieran imaginado que existiera un conjunto con esos ritmos, esas melodías cantadas en español. No existe eso ahí. Pero claro, ellos no podían disfrutar determinado tipo de canciones como nosotros. Suponete que escuchaban '' El otro cambio, los que se fueron ": los tipos no entendían ese tema, porque allá no existe el tango, la poesía rata y todo eso. Lo que más gustaba eran las letras de Mirtha. porque tienen características más universalistas. Y en cuanto a la instrumentación, gustaba todo en general, tanto los discos viejos como los nuevos.

Bueno, en México me contrataron para un recital y para tocar en dos programas de televisión. Después me llamaron de un canal que pertenece a la Secretaría de la Gobernación, y me dedicaron un programa espectacular que consistía en una síntesis de mi trayectoria. En México hay más posibilidades de trabajo que en Brasil: hay una serie de instituciones como el Museo de Bellas Artes, "Banco Mexicano", "Instituto del Café", por ejemplo, que se dedican a presentar, tres o cuatro veces por semana, por todo el país, espectáculos de danza, pantomima, teatro, audiovisuales y música. Mis recitales eran con un piano de cola; yo hacía improvisaciones instrumentales y cantaba mis canciones, y también le hablaba al público de mi historia musical y mi evolución.



—¿Cuál es el saldo de todo ese viaje?


En general, con respecto a Brasil, después de haber estado dos meses, tengo una idea de cómo funcionan las cosas. Siempre conviene ir personalmente a un lugar para ver si hay realmente posibilidades de que lo tuyo guste, y dejar de lado las versiones que llegan. Es la tercera vez que voy a Brasil, y tengo ya "una puerta abierta" para ir a tocar cada tanto. Lo mismo con México, donde ya vuelvo para tocar...



—Cambiando de tema, Litto: vos sos un tipo que raramente ha puesto temas con letras de las denominadas "de protesta" o "testimoniales" ¿Por qué?


-Mira yo no creo en las letras de protesta ni en las llamadas "canciones comprometidas". En realidad, yo creo que todas las canciones son comprometidas, iriclusive las que canta Palito Ortega, yo o cualquier intérprete, del género que sea, todas hablan de lo que piensa cada uno, todas denuncian los objetivos que uno tiene con el arte. 

Pero, al margen de eso, a mí no me interesa repetir en mis letras algo que ocurrió. Tampoco me interesa repetir algo en la música; por eso nunca toco canciones viejas. Creo que lo fundamental del arte, tanto para el que crea como para el que recibe, es que te dé la posibilidad de una reflexión personal; que te abra la cabeza, que vos puedas seguir superándote y creciendo espiritualmente. Si eso no sucede, el arte para a ser una especie de onanismo: un tipo habla en sus letras, por ejemplo, de la Guerra de Vietnam y van a verlo todos los tipos que tuvieron que ver con eso; entonces en ese recital se recuerdan esas cosas, y todos se van contentos, creyendo que han cambiado el mundo. 

A mí me parece más importante hablar de las relaciones humanas, creo que es más positivo, y es lo que he hecho siempre. Pero, desgraciadamente, hay gente que cree que un tema que no escribe letras acerca de las cosas que salen todos los días en los diarios, no sirve Y eso es un verso. Hay ciertos músicos que saben que tienen que hablar de determinadas cosas, porque les da taquilla en ciertos sectores politizados: es un negocio para ellos. Y aparte, ocurre lo siguiente: siempre ofrece menos riesgo hablar de lo que salió en el diario esta mañana, que hablar sobre el futuro. 

Generalmente los artistas son muy vagos; nadie quiere adelantarse y arriesgarse a hacer cosas nuevas. El tipo que descubrió el yeite de su cancioncita. ya no la larga mas. se copia a sí mismo. Pero a mí no me interesa. Yo voy para adelante.



—Pero en la época de "Despertemos en América", hacías algunas canciones que tenían esa tónica...


-Eso nació como algo que se tenía que dar así. A mí se me ocurrió escribir eso en ese momento, pero no porque hubiera dicho: "ahora van a ser así". De la misma manera que, de repente, después escribí "El vendedor de promesas", por ejemplo, que tiene un nivel poético distinto, le guste o no lo guste a la gente.



—Hay mucha gente que considera que tus letras actuales —más que nada las de Mirtha— son "cerradas" "herméticas'...


-Sí, mucha gente piensa eso, pero para mí esas letras no son herméticas. Yo vivo así, y por eso me sale lo que me sale. Mirtha escribe de esa manera porque así es ella, y si vos vas a hablar con ella vas a encontrar eso. 

Nosotros no nos levantamos a la mañana y decimos: "hoy vamos a escribir en tal onda", como hacen muchos. Muchas veces viene un tipo y me dice: "che, no entiendo esa letra". La poesía que se entienda en su totalidad es una porquería; te tiene que dar la posibilidad de que hagas tu aporte imaginativo. Si no, ¿para qué carajo? La gente cree que los discos que no pueden memorizarse después de una sola audición, no sirven. Lo más triste es eso: no sólo te dicen que lo tuyo es hermético, sino que no sirve. 

Yo puedo llegar a molestarme porque lo que escribo no es aceptado, pero el problema es del tipo. Lo que ocurre con las letras es que son subestimadas, no se le lleva el apunte, normalmente, los pibes que escuchan música saben todo sobre los discos: cuándo sale el nuevo ELP. etc Y tienen adiestrado el oído para darse cuenta si Génesis es más melódico que otro grupo. Rick Wakeman toca más ligero que antes... pero, ¿qué pasa con los textos? 

Esos mismos chicos que tienen cada uno doscientos Lps en la casa, a lo mejor lo único que leyeron es "Platero y yo"... y después te dicen que no entienden la letra. ¿Por qué no se compran libros importados, como los discos? Es lo mismo. Hay que preguntar, investigar, leer, hacer algo. 

Yo creo que cuando un tipo no entiende una manifestación de arte, cualquiera que sea, debe hacer primero un análisis profundo de qué es lo que quiere para sí, y después juzgar. Muchas veces me dicen: "Yo entendía las canciones que vos hacías con Los Gatos, pero las de ahora no". Y de los Gatos hasta ahora han pasado diez años... ¿qué tengo que hacer yo con esos diez años de evolución? 

Hay gente que habla sin fundamento, incluyendo los periodistas: nadie sabe qué es lo que está escribiendo...










EL ARTE Y LA VANGUARDIA



—Vos hablaste de hacer tu música como vos la sintieras, "le guste o no la gusta a la gente". Explícanos un poco eso.


- Hay una cosa que es terrible, que sucede siempre con cualquier tipo que escribe y que está buscando constantemente cosas nuevas. Al público no le interesa eso, al público le interesa aferrarse de algo que sea manuable, y asistir a ver a ese artista interpretando esas cosas manuables, que son las que ya se saben de memoria. 

Yo hace como siete u ocho años, desde que me fui de Los Gatos, cada vez que sale un LP mío, a los tres meses ya no toco más las canciones del disco, sino que toco cosas nuevas. Eso no le gusta al público masivamente, salvo a un grupo determinado que me sigue siempre. Yo lo sé por lo que son los recitales, en los que la gente te pide siempre temas más viejos. Yo generalmente no lo hago, creo que después de cinco meses uno tiene que pasar a otra cosa. Creo que siempre la última cosa es la mejor, porque incluye la crítica de la anterior. Entonces siempre estoy entusiasmado con la última porque creo que he madurado, que he crecido más, a pesar de que hayan pasado tres meses entre la última y la nueva. 

Siempre estoy preocupado por cosas nuevas... por ejemplo, ayer empecé a grabar el nuevo LP, grabé ocho temas seguidos. Estaba por grabar el noveno y estaba cansadísimo, y ahí mismo se me ocurrió que por qué lo iba a grabar así, si hoy vengo a casa, que no grabo, y le agrego otra cosa, la ensayo, y mañana la meto. Esas son cosas que se me ocurren, pero en ningún momento lo hago porque tengo la sensación de que tiene que ser de un estilo determinado, o que tengo que hacer esto en el próximo LP, ¿no? 

Yo creo que todo lo que a uno se le ocurre, la pequeña lucecita que a uno se le prende, uno tiene que trabajar sobre eso, porque es la única forma de desarrollarse y de crecer. A pesar, justamente, de que le guste o no le guste a la gente. Muchas veces (la mayoría), eso implica que vos tengas menos trabajo, que se te critique, que se te ignore, y que te corten las posibilidades en muchos lugares; ¿me entendés? Porque siempre hay una versión de lo que son "las cosas buenas", y una versión de lo que son las malas. Pero no hay que olvidarse que hay otra versión siempre, para la gente que se supone que entiende.



—Todo eso incluye, de alguna manera, una especie de filosofía sobre lo que tiene que ser el fenómeno artístico, y es que, de alguna manera, vos no tenés la culpa de que el nivel cultural sea, en un determinado momento, bajo...


-Yo creo que el artista no tiene la culpa de lo que pasa. La única culpa que se le puede echar a un artista es que se asocie con ese nivel cultural bajo...



—Hacer las cosas más sencillas para que todos las puedan entender...


-Claro. Eso es lo que algunas veces me dijeron ciertos músicos: "no te calentés, la gente quiere mierda", eso es una falta de respeto total... ¿quién puede elegir mierda? Nadie, nadie. Y que un tipo encima lo haga conscientemente... eso es una canallada. El caso mío es el otro polo del asunto. Voy con las cosas y a veces no gustan porque no está de moda. No se trata tampoco de nivel cultural, hay gente que no le gusta lo que yo hago, pero que se gasta millones de pesos en comprar el último disco importado en "El agujerito". ¿Cómo? ¿Esos pibes no tienen acceso cultural? Sí, tienen, lo que pasa es que van a otro lugar a comprar la cosa. No es un problema solamente de nivel de adquisición, es a dónde vas vos. Es decir, ponele que vos tenés un palo ahora. ¿Qué haces con ese palo? ¿Te compras un disco de Serrat, o te compras el último disco de Kiss? ¿Te compras un libro o te vas al hipódromo? Se trata de eso ¿no es cierto?



—De qué cosas te condicionan, en última instancia... Esa es la problemática de todo artista de vanguardia, que sabe que está aislado, huérfano del resto siempre... lo importante es que esté convencido de que eso sirve, de que uno da lo mejor que tiene.


-Ahora que dijiste la palabra vanguardia. Vos viste que yo siempre le escapé a los rótulos... yo no creo más en el término "vanguardia".



—Lo que pasa es que es para identificar a un sector, que es el que tiene más claras las cosas...


-Claro. Pero también el de "música de rock" es para identificar a un sector.



—Pero no de vanguardia.


-No, ya sé, lo que digo es que todos esos términos son para identificar a alguien, pero son peligrosos porque tienen deformaciones. Es decir, si vos le querés explicar a tu tía, que no me conoce, la música que hago yo, vos le decís de vanguardia y tu tía más o menos se da cuenta, no de cómo suena la música mía, pero sí de en qué ando yo. En realidad vos le estás dando una deformación. Hoy en día, la vanguardia no es nada más que... es decir, un tipo que dice que está en la vanguardia, o que hace "cosas modernas", es un tipo que hace cosas a la moda, y que hace un producto que sabe que es el que se consume sin ninguna limitación, sin. ningún problema...



—Bueno, pero eso no es la vanguardia.


-Pero son tipos que se autotitulan "de vanguardia". Te acepto la palabra vanguardia como término. Es decir, hoy en día, es legal que haya publicidad de grupos que se suponen que hacen música "sincera". ¡Es una cosa de locos! ¿Cómo van a hacer esa publicidad? Es decir que se supone que hay otros que no son sinceros. Es la misma deformación que decir "a nivel humano". ¿Cuál es el otro nivel? ¿Animal? Yo siempre creí que es a nivel humano todo...



— Lo que pasa es que hay una diferencia sutil pero válida. Yo no creo que se pueda hablar de una música de vanguardia, por ejemplo, es un tipo que relaciona lo que pasa en la música con lo que pasa en la ciencia, con lo que pasa en la sociedad... para mí ese es un tipo de vanguardia. Aunque te resulte un poco chocante encasillarlo, yo creo que se trata de una actitud artística, no de una música exclusivamente.


- Mientras pasa el tiempo, cada vez me doy cuenta más de que el arte me interesa en su totalidad, es decir, me interesa la poética del asunto, Yo lo que quiero hacer es poder mixturar todas las cosas que conozco, que se me ocurren, o que incorporo, y entonces entiendo a la música como una sola unidad. Cada vez me resulta más normal escuchar música clásica con otra música que se hizo hace diez minutos, ¿me entendés? Y sin embargo, no voy a ser un músico clásico, ni nunca se me ocurrió estudiar de concertista. Pero hoy lo que más hay es separación, esquematismo. Los ingleses, porque son los ingleses, los americanos por esto, los negros por aquello...



— Justamente, yo creo que eso les pasa exclusivamente a los tipos que son más avanzados, los que plantean el arte como una totalidad. Hay tipos, como Gandini, por ejemplo, que se meten a ponerle cine a la música, a mezclar con cosas de teatro, buscan incorporar a las otras ramas del arte.


- Vos fíjate la contradicción terrible que hay acá. Por un lado se esquematiza en tipos de música, en determinados casilleros, y por otro, todos suenan igual, todos se copian... entonces vos escuchas una cantidad de grupos que vienen muy bien, pero lo que no hay son cosas originales de los tipos. Todos suenan bien, pero siempre en la misma ondita (nos hace el gesto con la mano). Es aburrido...



—El problema es que no hay creatividad... ¿a qué se debe eso?


-Mira, a mí me vienen pilas de tipos preguntándome cómo pueden hacer para salir adelante. Yo hasta ahora no conozco a nadie que te pueda decir eso; salvo que vos salgas adelante solo, yo no conozco otra manera. Pero hay gente que se cree que existe una receta. En realidad, sí existe algo para que puedas salir adelante, y es la corrupción. Ahí salís enseguida adelante, pero para el otro lado.



—En todo caso salís para atrás... (Risas).


-Pero a mí vienen a preguntarme como si existiera algo. Quieren ignorar todo un proceso de creatividad que se tiene que producir... vienen tipos que por ahí tienen alguna idea, que vos ves que pueden empezar a componer, que todavía no manejan bien el instrumento, tienen ideas... un tema que hicieron cuando se pelearon con alguna chica; en fin, lo que hace cualquier tipo cuando comienza. Y el tipo ya se está planteando que si el Astral se lo alquilarán, que si el Coliseo no es caro... es como empezar a estudiar medicina e ir a comprarte la placa. ¿Entendés?











LA MÚSICA



—¿Cómo definirías tu música?


-Lo que yo hago no tiene ningún nombre genérico. Mi música es una expresión personal, es mi sonido que vengo desarrollando desde hace quince años, y que lógicamente se hace cada vez más maduro, porque si no, yo sería un idiota. Gracias a Dios, yo no necesito decir cosas como: "Mira, yo estoy en la onda de King Crimson"; yo no estoy en la "onda" de nadie. 

El asunto de las ondas es para los tipos que no crean, que copian a los grupos extranjeros. Yo nunca hice nada de eso; cuando comencé a componer tenía doce año, y me gustaban Los Beatles, pero lo único que copiaba de ellos era el flequillo y las botitas, y el hecho de tocar con guitarra eléctrica. Y claro, cómo no iba a tocar con eso, si es bárbaro. Pero no tengo ninguna canción que se parezca a las de Los Beatles. En todo caso, si quisieras ponerle un nombre a mi música, podrías decir que es porteña.



—Lo que vos haces: ¿es música popular?


-Sí, si definís como popular a la música que no necesariamente es consumida por mayorías, pero que trata de tener un nivel cultural alto, y de llegar, al mismo tiempo, a mucha gente. Sin embargo eso no significa que llegue, y eso es un problema gravísimo. 

Si yo mañana hago un tema que es más fácil que "La Balsa", y no lo pasan por radio no se entera nadie. Negro, las últimas cosas mías que tuvieron realmente difusión fueron las de Los Gatos; después, la cosa empezó a declinar cada vez más. Imaginate, entonces: un tipo que me escuchó por última vez con Los Gatos, hace nueve años, me escucha ahora y le agarra un infarto... No entiende nada. Por ahí hay que enfocar el asunto; no es que uno quiera tocar para poca gente. ¿Quién acaso, no quiere tocar para mucha gente?



—De todo lo que hiciste, ¿qué es lo que más te satisface?


-"El vendedor de promesas", es el único disco que todavía hoy sigo escuchando porque le descubro cosas nuevas a cada momento. A los demás, ya no los escucho. 



—¿Cuánto vendes de cada disco?


-Mirá, cuando sale un disco mío no se hace publicidad en ningún lado. La gente se entera cuando lo ve en las disquerías directamente, o sea que los primeros que los compran son los que más me siguen, y después las ventas crecen gradualmente a medida que hago recitales e informo que edité un nuevo disco. Cada disco vende inicialmente unas dos mil placas. "Melopea", por ejemplo, que es del 74, ya lleva vendidas diez mil. Todos mis L'ps (a partir de Huinca, del 72) están constantemente en catálogo, y se venden unos cincuenta o sesenta por mes. "Canciones para cada uno" (vol I) ya habrá vendido unos tres mil. Cuando sacaba simples, vendía unos ocho mil, pero no saco más porque no sirven para nada.



—De la música argentina en general: ¿cuáles son los tipos cuya obra te gusta más a través del tiempo? ¿Quiénes crees que han contribuido a elevar el nivel general?


-De las cosas del pasado, lo que más quiero es todo lo de Gardel y Le Pera. Es increíble la cantidad de temas que han escrito juntos, y aparte, creo que lo que hacían no era tango: eran canciones que definían exactamente al tipo argentino: hablaban de la melancolía, los problemas, la mina, la ciudad, pero siempre apuntando a una cosa más profunda. Y de lo más reciente, se destaca a mi entender los siguientes tipos: sin ninguna duda, Piazzolla y Spinetta y también Alchourron, Saluzzi, Domingo Cura, Manolo Juárez, cada uno en su categoría. Algunos son instrumentistas, otros compositores, arregladores. Han aportado no sólo el hecho de tocar bien sino sonidos, ritmos.



—Explicanos un poquito eso de Gardel y Lepera.


-Lo que pasa es que tuvieron una coherencia, un estilo. Si se quiere, armaron una escuela dentro de lo que hicieron. Además, todas tienen el mismo nivel, no pasa lo que hoy en día también sucede, que a veces te gusta un tipo y es desparejo, o por ejemplo, compraste el último Lp y cuando llega el nuevo te das cuenta de que lo hizo en otra onda porque hubo alguna exigencia comercial, alguna trampa, ¿no? Ahí está todo liso, las canciones son siempre el mismo estilo. Y para hacer todo eso se pasaron años y años laburando...



—Claro. Esto tiene que ver también con la importancia que tiene la continuidad en el trabajo, la constancia en la labor de un artista. Eso que a veces se mal codifica como "talento"...


-Para mí la producción es la única cosa que demuestra el trabajo, la preocupación de uno. No solamente la habilidad que uno pueda tener, de componer una o diez canciones en un día sino, como en el caso de Gardel, que vos agarres todo el paquete de las cosas que ha hecho y te des cuenta de que hay una continuidad. Eso es importantísimo. 


¿Cuántos tipos podes agarrar hoy en día que tengan una continuidad de tres Lp's? No existen Tipos que se dediquen a una sola cosa, que no estén anotados con la moda son muy difíciles de encontrar.
Hay muy pocos tipos que hacen eso...












EL  ROCK



—¿Qué opinas del rock como movimiento? ¿Crees que es una manera de vida?


-Mira, creo que el rock no significa nada frente a la cantidad de cosas que hay que aprender en la vida. El rock fue una cosa que surgió en una época y que sigue existiendo como movimiento en algunos sectores, pero no es algo a lo que uno pueda dedicar toda su existencia. Un tipo que dice que va a dedicar toda su vida al rock es un pobre limitado, un mediocre. Me refiero a que, para mí, el mundo es muy grande, y no alcanza una vida entera para cultivarse realmente. 

Con todas las cosas que hay... la literatura, la pintura, la música... las relaciones humanas, el viajar, salir, conocer, aportar... en fin, todo ese bagaje de cosas que hay, del cual uno recién se da cuenta a los veinte años... No sé, a mí, verdaderamente, no me interesa hablar sobre qué es el rock, y menos pronunciar la frase que "es una manera de vida". 

¿Cómo va a ser una manera de vida, negro? Yo pienso que cada tipo es una isla; es una persona que se va desarrollando de acuerdo a su lucidez... todo eso hace que el tipo tenga cierta personalidad. Que vos lo puedas identificar con cierto grupo, porque el tipo se dedicó a reunirse en algún lado con determinada gente y hacían tal trabajo, y que digas "los tipos de tal época", está bien. Pero circunscribir toda una generación -dos generaciones, ya- diciendo que "el rock es una manera de vida"... creo que la cosa es mucho más profunda que eso. 

Lo que es una manera de vida es la actitud que las nuevas generaciones están tomando ante el mundo, por querer vivir más libres, por querer tener enseguida su pareja, tomarse el raje de la casa para hacer las cosas por sí mismos... ése es el mundo en cambio que se está dando. Pero no puede relacionarse eso con el rock: es pobre, es muy poco.



—¿Y qué de tu alejamiento del ambiente de los músicos de rock, que empezó al separarte de Los Gatos y que se hizo definitivo en el 73, más o menos? 


-Eso tiene que ver con lo que te estaba explicando antes, y también hay razones referidas a la cuestión técnica. En la última época de Los Gatos, las canciones que yo hacía no le gustaban a la gente del conjunto: decían que no tenían "polenta". Yo quería desarrollar mi música, que tenían armonías y ritmos distintos a los que a ellos les gustaban, y no querían tocarla, así que me separé por eso. 

Fue entonces cuando se sucedieron las experiencias folklóricas con Cura, luego Nebbia's Band, Huinca, el trabajo con Alchourron. el trío. etc. Pero hay que tener en cuenta también esto: con los músicos de rock (eso ocurre en general con todos los músicos pero más en este sector) de lo único que podes hablar es de equipos, de conjuntos, de que salió el Lp de tal tipo... a mi me gusta hablar de eso, pero no puedo hacerlo todo el día; también me interesa hablar de cine, de literatura, de mil cosas. Por eso me cansé y decidí cambiar todo. Es decir, decidí fundamentalmente, no tocar más con gente de esa mentalidad, de investigar y crear cosas novedosas. 

Al unirme a músicos de diez años más que yo, uníamos nuestros respectivos mundos, y nos enriquecimos mutuamente. La experiencia del trío es significativa: hace seis años que tocamos juntos, sin problemas de competencia ni estupideces, y hemos creado un sonido propio, que no tiene que ver ni con Yes, ni con Génesis, ni con nadie. Lo nuestro realmente puede ser denominado música porteña. 

Al margen de todo eso, yo sabia que apartarme del rock significaba perder publico, pero eso es uno de los riesgos que uno debe correr si realmente quiere crecer. Siempre es doloroso crecer, en cualquier situación y circunstancia, y en el arte significa decir: "bueno, hasta acá yo tuve el negocio este". ¿Qué hago? ¿Voy a seguir teniendo la pizzería toda la vida, o quiero dormir tranquilo a la noche? Y bueno, yo quería y quiero dormir tranquilo a la noche. Por eso salí con la cosa nueva y empecé a cagarme de hambre, y escuchar los rechazos de la gente hasta hoy en día. Lo que yo hago es lo que está ahí para cuando hay que mencionar a alguien que hizo las cosas bien. No es lo que disfruta todo el mundo.



—Te cansaste del circo del rock y la copia de lo extranjero...


-Sí, a pesar de que con Los Gatos no hacíamos eso, nos movíamos teniendo en cuenta lo que pasaba "allá". Pero aparte, hay algo que no hay que olvidar: el rock, como todos los movimientos que se denominan de alguna manera, es reaccionario y esquemático. Llega un momento en que se cierra tanto por querer defender sus ideales, que no tiene para ofrecer más que "el rock". ¿Y cómo el rock, negro, si ayer estuve escuchando un disco de Debussy y casi me caigo desmayado? 

Hubo algunos aportes de tipos que empezaron a mezclar un poco el asunto con el jazz o la música clásica, pero, en general, un tipo que toca rock es alguien que durante cuatro años conoce los mismos acordes, no evoluciona, y si evoluciona es porque compra algún disco de Mc Laughlin, o algo por el estilo. Entonces te dice: "no loco, a mí me gusta tocar así, vamos a zapar". Es una cosa muy adolescente, negro. Estaré viejo, no sé, yo me aburro con esa actitud. 

Ahora vos ponete a pensar: ¿qué hay acá, después de trece años de rock? No hay nada. En todo este tiempo se han inventado miles de mitos, han aparecido tipos que grabaron un poco y se les acabó la inspiración. ¿Cuántos tipos hay hoy que toquen bien? Muy pocos; y todos los otros, ni saben tocar el peine con celofán. Todo lo que se escribió acá en la primera época, la de Los Gatos y Almendra, no fue superado jamás. Hasta ese momento, la cosa estuvo fenómeno. Pero después, cuando se empezó con la onda de Billy Bond y todo eso...¿qué verso es ése, negro? Si esos chicos eran una basura que se vendía como "la música de vanguardia argentina"..., por favor...



—Todas esas posiciones que vos nos diste suponen un compromiso frente al hecho artístico, donde hay una contradicción difícil de resolver. Vos ahora te pensás ir. ¿Qué les decís a todos los que están seriamente encaminados? ¿No se contradice con el hecho de que te vayas al exterior?


-Mi conducta se ve a través de lo que hice siempre. Yo comienzo a dedicarme a una cosa: trato de crecer en eso, de no chantear, de "no poner el kiosco". Trato de seguir creciendo, pero además, tengo que vivir económicamente de esto, porque es mi trabajo. Me armo de una coraza, mantengo un equilibrio, y sigo adelante. Hay momentos que esa coraza resiste al medio, y hay otros que no, y voy a otro lugar. La cosa uno la tiene que seguir haciendo, no importa el lugar geográfico. ¿Además, cómo me voy a morir sin conocer otros lugares?






Litto Nebbia junto a los entrevistadores:
Silvio Winderbaum -director de Propuesta-, Alejandro Reynoso y David Ros





DE AQUÍ EN MAS



—¿Tenés algún otro proyecto para el futuro?


-Sí. En marzo me editan un libro que escribí. Se llama "Diez años después". Trae la lista de todas las canciones que compuse, todos los discos que grabé, etcétera, además de historias de ésas que siempre me preguntan. Por ejemplo, lo de La Balsa: escribí cuáles fueron exactamente los acordes que Tanguito me pasó...



—¿Cuándo volvés a tocar en Buenos Aires?


-No voy a tocar acá por un tiempo largo. Durante el mes de enero, y parte de febrero, voy a estar grabando con Mirtha un nuevo disco, con nuevo material, que se va a editar en México y otros países, y también voy a estar preparando carpetas y otro material que voy a llevar allá. Porque el 25 de febrero nos vamos...



—¿Para radicarte allá definitivamente?


-¡No, no, no! (risas). Todo el mundo me pregunta eso. Yo tengo todo muy claro, ya tengo treinta años y he andado por mil lados. Este es el lugar donde a mí me gusta escribir, y donde he escrito y seguiré escribiendo todas mis cosas. Pero ocurre que ha llegado el momento de desarrollar mi carrera internacionalmente. Ir a otros lugares hace muy bien: te hace crecer y ser conocido por otros tipos. 

Voy a volver a México y voy a estar tres meses, porque tenemos treinta y siete recitales programados ahí; luego voy a ir a Estados Unidos a cumplir con otra serie de diez recitales. También pienso estar en Venezuela, Honduras... es bárbaro porque por primera vez se van a editar discos míos en esos lugares. ¿Vos sabes que ahí no nos conoce nadie, negro? Ni a Piazzolla ni a mí, ni a nadie. No saben realmente lo que pasa acá... en definitiva, vamos a estar afuera con Mirtha hasta octubre, más o menos. Si no estamos de vuelta para esa fecha, es porque conseguimos más trabajo. Pero es casi seguro que para las fiestas, más o menos, volveremos. Y entonces seguiré tocando y sacaré mi nuevo disco, como siempre. 


Cuando regrese, tengo pensado hacer un espectáculo con mucha gente, donde toquen distintos tipos, más o menos seis o siete personas. Me gustaría usar seis teclados distintos, poner un violero, vientos...no tengo idea de quiénes podrían ser los músicos; por supuesto que estarían el negro y Astarita, pero no sé... por ahora es sólo un proyecto, porque no sólo se trata de la decisión de querer hacerlo. ¡¿Vos sabes lo que sale mantener una banda grande?! Escúchame, si con el trío teníamos problemas, a veces, para viajar, porque los pasajes eran costosos, llegas a tener siete monos y no sé lo que es. No te contratan, negro. A veces, salen más caros los pasajes de avión que los que vos ganás. Lo que pasa es que yo calculo que, en un año más, acá va a cambiar un poco el curso de la crisis económica. 







Reportaje: Silvio Winderbaum - Alejandro Reynoso - David Ros 

Fotografía: Adrián Luciague