Cultura “subterránea” y
revistas culturales
en la última dictadura militar argentina
Evangelina Margiolakis
Instituto de Investigaciones
Gino Germani. UBA (Becaria de Doctorado)
Facultad de Ciencias Sociales.
UBA (Docente)
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Resumen:
Las revistas culturales
conforman una mirada privilegiada para reconstruir diferentes proyectos de
intervención intelectual. Si bien su carácter es más efímero que el libro, eso
mismo les otorga mayor dinamismo y autonomía, así como les permite una relación
de diálogo permanente con su contexto. Estas publicaciones han recuperado
tradiciones políticas y estéticas, fueron herramientas de debate, aportaron a
la reflexión teórica y se vincularon con “formaciones culturales” que tomaron a
las revistas como medios de expresión de sus intereses y discusiones.
El trabajo se propone
describir la lógica particular de las publicaciones culturales subterráneas
durante la última dictadura argentina. Algunas se han autodenominado “subterráneas”.
Otras se sintieron incómodas con tal denominación. Algunas presentaron soportes
más precarios y otras se preocuparon por su formato. Su circulación fue
variada, sus tiradas, heterogéneas aun al interior de una misma publicación.
Sin embargo, hay características que las unen, en especial, una postura común
frente al “terrorismo de Estado” y la conformación de redes de solidaridad y cooperación
a partir de colectivos de publicaciones.
Se indagará en los
antecedentes de lo “subte” o “underground”, su vínculo con la denominada
“cultura oficial” y otras publicaciones, la conformación de espacios colectivos
de socialización, la relación conflictiva con la denominada “cultura oficial” así
como su lugar en el denominado mercado de bienes simbólicos. Se abordará esta categorización
desde un enfoque que ponga en relación diferentes publicaciones culturales del
períodos, comprendiendo estas experiencias en términos relacionales e históricos, analizando sus
posiciones y tomas de posición.
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INTRODUCCIÓN
En 1953, el dramaturgo español
Alfonso Sastre escribía su obra teatral La mordaza, movido por la necesidad de
presentar su experiencia frente a la dictadura franquista. Según palabras del
propio Sastre, había tratado de hacer un mensaje “subterráneo”: “Vivimos
amordazados. No somos felices. Este silencio nos agobia.”.(1) En 1982, la
revista El Porteño publicaba una nota sobre las “revistas subterráneas” que titulaba
“El aire contra la mordaza”, donde las describía: “…son una lucha contra la estupidez
disfrazada de orden, o el palabrerío que enmascara el miedo”.(2) En una y otra latitud,
ambas escrituras describen lo “subte” en oposición a aquello que silencia y amordaza,
proveniente de un dispositivo represivo dictatorial. Estos son sus elementos comunes
y sin embargo, ¿qué rasgos particulares asumieron las denominadas “revistas subterráneas”
en nuestro país en la última dictadura militar?
Intento abordar esta
caracterización desde un enfoque que ponga en relación diferentes publicaciones
culturales del período, comprender estas experiencias en términos relacionales
e históricos, analizar sus posiciones y tomas de posición. Algunas se han
autodenominado “subterráneas”. A otras les resultó indistinta o hasta incómoda tal
denominación. Se habla de grandes y de chicas. Algunas presentaron soportes más
precarios y otras se preocuparon por su formato. Su circulación fue variada,
sus tiradas, heterogéneas aun al interior de una misma publicación. Sin
embargo, hay características que las unen, en especial, una postura común
frente al poder “desaparecedor”.
Me propongo describir la
lógica particular de las revistas culturales subterráneas durante la última
dictadura argentina. ¿Es su oposición a lo comercial lo que las define? ¿Es por
su vínculo contrapuesto y diferenciado frente a las publicaciones que podríamos
denominar como “de superficie”? ¿Ha sido su soporte precario o su formato
innovador lo que las caracterizó? Para responder a mis interrogantes, es
necesario observar la relación de este tipo de experiencias con la denominada
“cultura oficial” y su lugar en el denominado mercado de bienes simbólicos.
ANTECEDENTES DE LO SUBTERRÁNEO
La denominación de
“subterráneo” o “underground” tiene sus antecedentes en aquellas publicaciones
que presentaron una opción diferencial frente al mercado o al predominio de una
“estética oficial”. Se multiplicaron en un contexto caracterizado por la
imposición de la censura, la represión o el peso de las convenciones o
prejuicios sociales. En Estados Unidos, la aparición de este tipo de prensa
coincide con la emergencia de los movimientos beatnik y hippie y con fenómenos
anti-industria cultural, que dieron origen a la aparición de “Underground Press
Syndicate” (Sindicato de Prensa Subterránea). Trabajaron en las vertientes de
la experimentación literaria, la crítica al sistema, la cultura de la droga, la
liberación sexual, las campañas por los derechos civiles, el rock y la crítica
a la guerra de Vietnam, entre otros tópicos.(3)
En nuestro país, la prensa
“subte” tiene sus orígenes hacia mediados de los ’60, durante el golpe de
Onganía. Publicaciones como Eco Contemporáneo o Contracultura crecieron tras el
fervor del mayo Francés de 1968. Entre 1973 y 1976 funcionaron en Buenos Aires
destacados centros de difusión cultural, talleres literarios o musicales que necesitaron
medios de expresión como El Hemofílico y Grito. Ese período coincidió con el
aumento del ingreso universitario, laboral y económico. Durante la última
dictadura argentina, nacieron y se multiplicaron gran cantidad de publicaciones
“subte”(4), las cuales rápidamente adoptaron esta autodenominación. Abordaron
temas como la insurrección popular en Nicaragua, el genocidio, la
antidemocracia en El Salvador, o la lucha de los pueblos por una vida justa.(5)
Es importante tener en cuenta
que la autodenominación de “subterráneo” o “underground” sólo es posible de
pensar en términos relacionales e históricos. En particular, en relación a un
contexto de censura y represión. Es por ello que durante la denominada
“transición”, estas experiencias se reacomodan y sus propuestas se transforman.
Sin embargo, cabe aclarar que no sólo se habló de “subte” a partir de 1976, sino
también durante el gobierno de Isabel Perón y el accionar represivo de la Triple A. Por ello,
existe cierto consenso entre los protagonistas de las experiencias, en que la denominación
incluye una década que va aproximadamente entre 1974 y 1984, momento en que la
transición obliga a estas prácticas a “reubicarse” paulatinamente.
Índice de Eco Contemporáneo Nº 4 |
Por su parte, la denominación
de “alternativa” tiene sus orígenes, en el caso de América Latina, a mediados
de la década de 1970 y durante la década siguiente. Refiere a una serie de
prácticas y reflexiones que surgen luego del fracaso de la implementación de
Políticas Nacionales de Comunicación. Más allá de las diferencias respecto de
su definición – en especial, la discusión acerca de si la comunicación
alternativa debe o no estar inscripta en una praxis transformadora de la
estructura social-, la alternatividad implica una opción diferencial frente a
la estructura y de propiedad, control y contenidos que han adoptado los medios
masivos(6). Se apropia, entre otros, de diversos paradigmas teóricos vinculados
a procesos latinoamericanos como la
Teología de la
Liberación , la Pedagogía Freiriana y la Teoría de la Dependencia , así como
retoma elementos vinculados con el acceso, la participación y la horizontalidad
en la producción de mensajes.
Durante la dictadura, la
autodenominación de “subterráneas” o “alternativas” se fue generalizando de
forma espontánea aunque no azarosa, sin producirse mayores discusiones al
respecto. Ambos calificativos fueron utilizados indistintamente. De esta manera,
conformaron una zona diferenciada respecto de otras. Una muestra de esto lo constituye
el hecho de que varios kioscos de revistas(7) incluyeron un panel completo dedicado
a las revistas “alternativas”. En un caso u otro, la caracterización refería a aquello
que se encontraba en el “límite” o “margen” de lo “establecido”, que intentaba ir
“más allá”, que proponía otra jerarquización de temas y claves de lectura,
diferentes de las que provenían de otro tipo de publicaciones, que pasaremos a
denominar “de superficie”, vinculadas con la denominada “cultura oficial”.
HACIA EL TRAZADO DE UN MAPA DE
RELACIONES Y POSICIONES
Un mapa plantea un entramado
de relaciones. No es mi intención ubicar cada experiencia en compartimentos
fijos y estancos sino comprender esa red de posiciones posibles al interior del
campo intelectual. No intento clasificar para reducir sino presentar un
panorama que sistematice diferentes publicaciones de la época, identifique líneas
editoriales, estéticas o pertenencias políticas. Es importante, a su vez,
destacar que todas estas publicaciones conformaron colectivos de revistas y
funcionaron de manera conjunta en varios momentos de la dictadura. Eso explica
el por qué de mi selección y análisis. Cada experiencia citada se ha tomado
como caso paradigmático que representa un universo de otras experiencias. Por
lo tanto, si bien no están incluidas todas las publicaciones, aparecen las más
significativas y representativas de diferentes posiciones.
Una de las publicaciones subte
más tempranas fue El Ornitorrinco, surgida en 1977 (8). Es reconocida como
heredera de El Escarabajo de Oro, publicada entre 1961 y 1964, también dirigida
por Abelardo Castillo. La revista rescataba el modelo intelectual sartreano del
“escritor comprometido”. Un elemento significativo fue su crítica explícita –a
partir del uso de ciertas figuras retóricas- al contexto de censura y
persecución imperante o al conflicto con Chile, así como la incorporación de la
polémica, de las cuales logró mayor visibilidad aquella mantenida con Cortázar
alrededor de la temática del exilio. Si bien otras revistas criticaron esta
polémica, se ponían allí en discusión las diferentes posiciones respecto de la
permanencia y el exilio. Se dio mucha importancia a los concursos literarios y
de cuentos y dedicó espacios a discutir sobre lingüística y semiología,
incluyendo a Prieto y Roland Barthes.(9)
En setiembre de 1979, salía el
Nº 1 de Antimitomanía(10) de la segunda época o bien, el Nº 12 de la primera
época –el primer ejemplar data de setiembre de 1973-. La publicación reconocía
la influencia de las Revistas Mutantia y su antecesora Eco Contemporáneo, ambas
dirigida por Miguel Grinberg. Tanto Mutantia(11) -más vinculada al circuito
comercial- como Antimitomanía, recuperaban el movimiento contracultural – especialmente
de carácter literario- surgido en Estados Unidos en la década del ’50 y vinculado
con la filosofía “beat”, la cual se definía como contracultural,
antimaterialista, anticapitalista y antiautoritaria, proclive a mejorar la
interioridad de cada uno más allá de sus posesiones materiales y las reglas
impuestas por el sistema. Estas experiencias fueron caracterizadas por otras
revistas como pertenecientes a la corriente “espiritualista” –aunque a algunos
protagonistas de estas prácticas no se ubican en esta clasificación-, dedicada
al rescate del orientalismo o lo que se llamó el “Hindú Ups” o “biodiversidad”.
En páginas de Antimitomanía se retomaban algunos elementos de la cultura
“hippie”, la referencia constante a la figura de Ghandi, el pensamiento de Thomas
Merton y otros representantes de la contracultura “beat” como Allen Ginsberg o
Jack Kerouac y varias notas dedicadas al rock, en particular, alrededor de la
figura de Luis Alberto Spinetta.
Hacia 1978, surgía Ulises(12),
revista que a partir de su Nº 3 se fusionaba con Nova Arte(13). Ambas formaron
parte de ARCA, la
Asociación de Revistas Culturales. Ulises aportaba a la
construcción de nuevas formas expresivas que permitieran manifestarse a las
nuevas generaciones de escritores, proclamando la caducidad de las normas
estéticas heredadas. La revista repudiaba y denunciaba las expresiones decadentitas
de los partidarios del “arte por el arte” así como el realismo de “quienes
quieren hacer del arte una didáctica de la revolución”(14). La preocupación por
profundizar en la relación entre literatura y “ser social” o entre estética y
política, estaba presente en sus páginas. De esta manera, el rescate de la
figura de Cortázar intentaba armonizar los contenidos realistas de Boedo con
las formas modernas de Florida, intentando llegar a una nueva síntesis. La
nueva literatura propuesta se proponía así, la búsqueda del “hombre nuevo”
desde todos sus ángulos”(15).
Por su parte, podemos ubicar
dos publicaciones de carácter surrealista. En 1979, surgía la revista Poddema(16)
y dos años más tarde, Signo Ascendente(17). Es interesante observar en ellas la
particular apropiación de esta corriente estética en el momento de la dictadura.
Esa aventura “surrealista” se resumía en el rescate del deseo, lo inconsciente y
el carácter ascendente del signo surrealista, en constante combustión. Así como
se incluían poemas, se hacía referencia al movimiento en distintos países y se
incorporaban reflexiones sobre el automatismo, Signo Ascendente publicó una
nota muy crítica de la guerra de Malvinas en mayo de 1982. En contraposición a
esta situación, la revista declaraba la “guerra” al imperialismo, al “olvido”,
a los “enfervorizados patrioteros” que “contabilizan los episodios bélicos como
goles en un campeonato de fútbol”.(18)
También en 1979 nacía Kosmos(19),
revista que podría ser ubicada en una variante sociológica de carácter
periodístico que se denominó en ese momento como “testimonial o cultural”, en
oposición a aquellas caracterizadas como “espiritualistas”. En esta línea
podríamos ubicar también revistas como Cuadernos del Camino, Propuesta para la
juventud y Nudos, entre otras. Kosmos formó parte de ARA, la Agrupación de Revistas
Alternativas. En sus páginas se incluía un abanico amplio de notas culturales,
sociales, políticas y todo aquello que formara parte del “periodismo” alternativo.
Se realizaban balances de los medios masivos, se incluían reflexiones sobre el
sindicalismo, Derechos Humanos, poemas y notas dedicadas al rock. Se convocaba
a cuentistas, poetas y dibujantes a participar en libros que serían editados en
México y Argentina. Es significativo el espacio dedicado, además de la
literatura, a la música: la nueva Trova Cubana, Alfredo Zitarrosa o Alejandro
del Prado, entre otros.
En 1981 surgía Sitio(20),
publicación que se reconocía como heredera de su antecesora, la revista Literal(21).
La revista -que conformó, según algunos autores, la vanguardia estética-
recuperaba el análisis del discurso, el psicoanálisis y el estructuralismo, así
como la importancia de las palabras para enunciar una política literaria. En esa
reivindicación del lenguaje, se destacaba como elemento significativo el arte
olvidado de “escribir entre líneas”. Por ello la referencia a la escritura de
Kafka, Joyce, Beckett y Borges. A su vez, asumía gran importancia el “sitio”
otorgado a la práctica de la lectura, al permitirnos sustraer un texto y leer
autores singulares “sin volverlos exóticos”.(22) Particularmente en sus
editoriales, se recuperó la función del intelectual, comprendiendo al lenguaje
como modo de intervención política. Un párrafo aparte lo merecen las
publicaciones vinculadas con partidos políticos de izquierda. Si bien debido al
contexto imperante, el vínculo con las agrupaciones políticas se dio de manera
no orgánica, estas publicaciones supieron rescatar sus tradiciones en el terreno
de las políticas culturales. Nos referimos a revistas como Contexto(23)
-vinculada al PC-, Cuadernos del Camino(24) y Propuesta para la Juventud (25) - ambas
vinculadas al PST- y Nudos(26), sucesora de Posta(27)-vinculadas al maoísmo del
PCR.
En primer lugar, en 1977
surgía tempranamente Contexto. Es contundente el rescate de todas aquellas
figuras y corrientes estéticas vinculadas con la tradición del Partido
Comunista: el teatro de Bertolt Brecht, la figura de Héctor P. Agosti, la literatura
de Julio Cortázar, Abelardo Castillo y César Vallejo, el muralismo de Antonio Berni
y algunas obras vinculadas con el realismo socialista, la experiencia de Teatro
Abierto o el rescate del tango. Desde una perspectiva latinoamericana, se
abordaban temas como la alfabetización de adultos en el proceso nicaragüense. A
su vez, se incluyeron notas sobre la Unión Soviética y sus aspectos vinculados con la
vida cotidiana allí, así como conmemoraciones a Carlos Marx y su herencia
estética. La revista además, publicaba notas críticas a la censura o en la
misma línea, rescataba el cine nacional de carácter testimonial y de denuncia.
Hacia 1981, proponía una “real salida democrática” que estuviera respaldada por
las fuerzas populares. Me interesa continuar profundizando en las relaciones de
influencia recíproca y a la vez de “autonomía”, entre las discusiones al
interior del PC en ese momento y lo plasmado en la revista.
En 1977, la revista Posta
editaba sus tres primeros números. Como ese nombre ya aparecía registrado, en
1978, deciden publicarla como Nudos. Algunos de los miembros de la publicación
se encontraban vinculados con el PCR. Se puede visualizar la incorporación del
pensamiento de Walter Benjamin por esos años. Sus miembros reconocen que su
interés por el autor surgió a partir de las preocupaciones alrededor de la
fotografía del grupo editor. La revista, centrada en diferentes disciplinas
estéticas, dio particular importancia a artistas vinculados con la vanguardia
como Diana Dowek, Juan Pablo Renzi, Pablo Suárez y Víctor Grippo. Con ellos
surgieron discusiones y polémicas alrededor del realismo y la “vuelta a la
pintura” que habían experimentado algunos de estos plásticos. Se pueden
observar algunos lineamientos vinculados con la política cultural del maoísmo,
como el caso de notas dedicadas a la pintura campesina china.
Por último, encontramos dos
publicaciones vinculadas al trotskismo. Por un lado, Propuesta para la juventud
surgía en 1977. La publicación incluía apartados sobre poesía, teatro y discos,
así como la reflexión sobre los géneros literarios, la sexualidad, el cine
nacional y una sección pensada desde y para las mujeres. A los dos años de la revista,
Propuesta recordaba su surgimiento, en Quilmes. Se trataba de un grupo de gente
joven que quería expresarse, mostrar al mundo sus pensamientos, “buscar en
medio de los edificios y la fría soledad de las ciudades alguna cosa verdadera.
(…) Como una imparable marea subterránea que recorre las ciudades surgen
poetas, soñadores, pensadores, músicos, artistas y jóvenes que se cuestionan
todo”.(28) La revista pedía ser “desbordada e inundada” con poesía e ideas nuevas,
llamaba a la participación desde la concepción de que ella no pertenecía a un equipo
de redacción sino que era de todos.
Por otro lado, Cuadernos del
Camino -también perteneciente a ARCA- surgía en 1978. Discutió sobre la
vanguardia poética, la ciencia, el teatro, la plástica y la narrativa. Es de
destacar el vínculo de diálogo que entabló con otras publicaciones, en especial,
las pertenecientes a ARCA -como Nudos, Ayesha, Contexto, Oeste, El Ornitorrinco
y Nova Arte- y el rescate que realizó de estas experiencia que, para la revista,
lejos de vender ídolos o sensacionalismos morbosos, y lejos de estar sostenidas
por los grandes capitales, tenían la capacidad de vender al público sus
inquietudes y saludables expresiones de interés por los problemas de nuestra
cultura.(29) Acorde con su preocupación por la experimentación, la revista fue
modificando su tamaño, impresión y diseño. Es importante observar el espacio
dedicado a la crítica a la censura y a la reflexión sobre las revistas
literarias, comprendidas como vehículo de reflexión de la cultura. Fue una de
las pioneras en comprender cómo una revista implicaba un lugar de “militancia
de la literatura”.
Hasta aquí, he intentado
ubicar diferentes publicaciones en este entramado de relaciones y posiciones.
Reconociendo sus diferencias, mi trabajo se propone a su vez, encontrar
aquellos puntos en común, en función de su vínculo de “distancia” o “disidencia”
-mayor o menor de acuerdo al momento- con la política cultural oficial de la
dictadura.
LO SUBTERRÁNEO Y LA DICTADURA : ALGUNOS
DENOMINADORES COMUNES QUE CARACTERIZARON A ESTE TIPO DE PUBLICACIONES DOS
MODELOS DE POLÍTICA CULTURAL
En relación con el universo de
las revistas “subterráneas”, una primera aproximación nos permitiría ubicarlas
en el polo opuesto a una publicación cultural como Pájaro de Fuego(30), por dos
razones fundamentales: su ubicación en el mercado de bienes simbólicos y por su
relación con la cultura oficial. En primer lugar, Pájaro de Fuego se
diferenciaba claramente de las publicaciones “subte” por su tirada y modo de circulación.
En segundo lugar y respecto de su financiamiento, se trataba de una publicación
que incluía publicidades de gran tamaño -hasta podían ser a doble página de grandes
empresas e incluía, en ellas y en otras notas, el uso del color. Pero en particular,
la publicación retomaba algunas temáticas vinculadas con el canon de la denominada
“cultura oficial”. A modo de ejemplo, el primer número de la revista incluía en
sus páginas el rescate de la experiencia de la revista Sur y de la figura de Victoria
Ocampo. Su tapa recurría al uso del color. Todo el retiro de tapa era una publicidad
del Hotel Continental.(31)
Resulta importante detenerse
en la primera editorial de la revista en la que se retoman palabras del
Secretario de Cultura del gobierno de la dictadura: “Las afirmaciones del
Secretario de Cultura merecen iniciar esta aventura intelectual que, desde ahora,
propone PÁJARO DE FUEGO. Porque el planteo intelectual de Casal nos ubica en el
plano que inevitablemente debemos aceptar cuando meditamos sobre el país de los
argentinos. Se afirma que la actual crisis argentina es atípica e implica un
corte en nuestra historia. Y estamos de acuerdo. Se afirma que cuando una
sociedad toca fondo y siente cuestionado su sistema de valores, el análisis de
esa crisis y su superación es un problema cultural. Y estamos de acuerdo. Se
afirma que la subversión propuso una guerra total, no sólo bélica. Y estamos de
acuerdo. De manera que la meditación de Casal sirve no solamente para
interpretar la actitud oficial en materia de cultura. Esas reflexiones sirven,
como se ve, para definirnos y para reiniciar de alguna manera, y sobre bases
más serias que las habituales, la polémica nacional. Polémica nacional
inevitable a la que con seriedad y acaso con imaginación va a servir PÁJARO DE
FUEGO”.(32)
Respecto de la relación entre
cultura y política, es contundente observar el lugar estratégico otorgado a lo
simbólico: la situación política se responde a partir de superar problemas
“culturales”. Pájaro de Fuego se hacía eco de la interpretación “oficial” en materia
de cultura. Pero también reproducía el análisis de la situación política en los
mismos términos en que lo hacía la dictadura, justificando el genocidio a
partir de la explicación de la “guerra”, “propuesta por la subversión”. De esta
manera, Pájaro de Fuego proponía un modelo distinto de política cultural.
Como contrapunto de estas
temáticas vinculadas a publicaciones que podríamos denominar “de superficie”,
las revistas “subte” entablaron otro tipo de relación con su contexto y
propusieron un modo diferente de intervención intelectual. En primer lugar, fueron
consideradas un espacio de difusión de aquellas prácticas que se diferenciaban
de la cultura oficial. En sus editoriales, se homologaban los atributos de la
juventud y del poeta y se rescataba la inmediatez del periodismo literario,
comprendiéndolo como una forma de expresión “creadora” diferente. El rescate de
lo estético implicaba recuperar su dimensión vital, un gesto de rebeldía y una
vindicación de libertad. Todas reconocían algunos puntos en común: “No vas a
ver en ninguna revista alternativa la exaltación al fascismo, una onda
antipopular o racista”.(33)
Nos detendremos en algunas
temáticas sociales que aparecieron en un gran número de publicaciones
culturales de este tipo. Más adelante señalaremos las principales
preocupaciones estéticas, el rescate y discusión con ciertas tradiciones y el espacio
primordial otorgado a ciertas producciones. Hacia 1978, una gran cantidad de revistas
“subterráneas” planteaba una salida pacífica al conflicto con Chile por el
Canal del Beagle, ese mismo año se manifestaba en ellas la preocupación por los
derechos humanos y relevaban la presencia CIDH(34) y a otros organismos como
Madres de Plaza de Mayo o el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ).
El último número de Ayesha
-que había surgido en 1978- indicaba las causas de su cierre, producido en
febrero de 1980. Si bien se explicaba el agotamiento temático y la imposibilidad
de creación de un staff estable, se hacía referencia al contexto de persecución
y censura: “Los editores de revistas culturales siempre hemos sido observados
con particular interés. Nosotros somos el futuro intelectual del país. De
hecho, somos nosotros los que algún día podremos ser “protagonistas”. En este
momento, y desde hace dos años atrás, los pasos de los que queremos construir
algo útil por medio de la cultura son rigurosamente vigilados. No podría ser de
otra manera, y nuestras revistas llegan puntualmente a los escritorios del
Ministerio del Interior”. (35) La temática de la censura fue otro tema
jerarquizado en estas publicaciones, destacando la necesidad de rescatar la
libertad de decir que poseen las revistas “subte”.
En marzo de 1981, Videla era
sucedido por Viola, identificado al interior del aparato militar como parte del
sector “politicista”.(36) Viola se proponía un acercamiento con diferentes sectores,
fundado en la necesidad de recuperar cierta “legitimidad perdida”. Es así como
convoca a los jóvenes, en particular, a los editores de revistas culturales a partir
de una carta con membrete de la
Presidencia de la
Nación y enviada por un asesor de Viola. En palabras de los
protagonistas de estas experiencias, la carta proponía el diálogo con ciertos jóvenes
“que estuvieran haciendo algo” y se aclaraba que no se la hacía pública por
temor a una mala interpretación. En una de las reuniones de la Asociación de Revistas
Alternativas (ARA) se discute la carta de Viola, y se decide contestarla
“repudiando a un gobierno que se debía ir”. Las revistas rechazan la propuesta
contundentemente.
Ya en 1982, la crítica a la
dictadura se realizaba de forma más explícita. La revista Kosmos lo planteaba
en su editorial: “Los militares en el poder continúan automarginándose con los
actos que realizan, fomentando la apatía popular contra ellos mismos. La
desesperación los obliga a cometer errores irremediables. (…) Mientras, el rol
de las publicaciones alternativas sigue siendo, a través del juicio fundado y
crítico, ayudar desde la juventud a la reconstrucción del país buscando a cada
paso los nuevos caminos para la nueva conciencia”. (37) Este planteo era
realizado en un marco en el que el régimen comenzaba a mostrar su agotamiento,
agudizándose las contradicciones internas entre distintas fracciones de las
Fuerzas Armadas.
Hay un elemento fundamental
para contraponer aquellas revistas pertenecientes a la denominada “cultura
oficial” de las experiencias de las revistas subterráneas: la importancia
asignada a los grupos culturales y editores. Por un lado, las revistas nucleaban
grupos de jóvenes que tomaban como órgano de difusión estos medios de expresión,
pero cuya actividad no se agotaba en la revista. Por otro lado, la conformación
de espacios colectivos de publicaciones implicaba generar lazos de solidaridad
en un contexto de represión y persecución, actuando como redes de contención.
Hasta aquí, intenté enfatizar
en todas aquellas temáticas que se recuperaban en las revistas “subte” en un
contexto dictatorial, muy diferentes de aquellas que se jerarquizaban en
publicaciones “de superficie”. La sugestiva idea de “ir más allá” o “llegar al
límite” estaba presente en estas publicaciones. Eso mismo hizo que durante la democracia,
algunas publicaciones perdieran peso, otras vieran agotadas sus discusiones y
otras se volcaran al ámbito comercial. Pero lo que es claro es que,
observándolas en términos relacionales, durante la denominada “transición”, las
revistas “under” experimentaron movimientos y transformaciones.
La discusión en términos
“culturales” y el espacio estratégico otorgado a lo simbólico en este tipo de
publicaciones, fue correlato de que lo político se encontraba vedado. Muchas de
las discusiones en clave “literaria” o de “crítica cultural” implicaron dar
cuenta del contexto histórico, a pesar de que el modo de describirlo fuera a
partir de figuras retóricas como la “metáfora”, la “elispsis” o la “alegoría”. Como
caso significativo, la revista Nudos, que formó parte de la experiencia de Asociación
de Revistas Culturales (ARCA), incluyó en sus páginas las expresiones plásticas
de Manuel Amigo y la poesía de Jorge Brega, ambos directores de la revista – Amigo
en los primeros números y Brega a partir del Nº 3 y hasta su finalización-.
Brega publicó en la revista una serie de poemas -entre 1976 y 1983- con los que
luego, en 1984, armaría una compilación titulada Poemas de Ausencia(38).
Durante 1978, Manuel Amigo comenzó a trabajar en su serie Objetos, inspirada en
las desapariciones forzadas de personas durante la dictadura. Gran parte de ese
material se mostró en la revista.
Amigo intervino plásticamente
elementos domésticos en desuso: zapatos, juguetes, prendas de vestir,
utensilios de cocina, herramientas, colillas, trozos de pan. El procedimiento
de colorearlos con tonos grises y recubrirlos con una mezcla de arena, cola y
yeso, confirió al conjunto un aspecto fósil, remitiendo a fotografías de restos
hallados en campos de concentración. Amigo supo resumir su trabajo en el Nº 7
de la revista Nudos en julio de 1980:
“Tomados como monumentos mis
trabajos son un homenaje a seres anónimos. En cierta forma también son altares,
pero no para adorar a los objetos reunidos en ellos, sino para no olvidar a las
personas que evocan. Son altares que mucha gente ha erigido en su interior. Yo
trato de sacarlos afuera y mostrarlos (…) Los bultos los paquetes abandonados,
han obsesionado a los artistas por lo siniestro de su imagen. El que yo utilice
zapatos y oras prendas que alguien ha vestido, es porque tienen un poder de perpetuar
presencias que yo utilizo con un sentido preciso.(…) Si yo utilicé esos zapatos
que hallé por ahí, fue porque me transmitieron un drama. Ese drama reside en la
ausencia de su dueño”.(39)
Los trabajos plásticos de
Manuel Amigo nos permiten observar cómo, a partir de figuras retóricas como la
elipsis y la metáfora, se intentaba representar las ausencias. El lugar
relevante otorgado a las expresiones pictóricas y poéticas era la forma posible
de intervenir colectiva y políticamente. El espacio estratégico otorgado a lo
simbólico no sólo fue una forma de intervención cultural sino una forma de
intervención política, la única posible. Eso es lo que explica el rescate tan
significativo de la figura del “poeta” y, por extensión, a todo aquel que
trabajara experimentando en la búsqueda de expresiones culturales de diversas
formas: el escritor, el pintor, el escultor, el cineasta, el músico.
También en mayo de 1982, la
revista Signo Ascendente, dedicada a la apropiación del surrealismo en
Argentina, publicaba en su editorial reflexiones acerca de la figura del lugar
del poeta: “En este país, donde algunos ya se han mostrado tan propensos a
censurar lo que no pueden asimilar, a tocar con sus manos nacionales cuanto
está a su alcance, a desvirtuar lo que en su esencia proviene de un estado más
puro de libertad, y en cuya historia ya hay signos inequívocos de barbarie tal
como el imborrable hecho de miles y miles de desaparecidos, en este país,
afirmamos, son a nuestro juicio no menos que una crítica y una denuncia
implacables las que deben caracterizar la actitud que salvaguarde en su
integridad moral al verdadero poeta” (40). Frente a la censura imperante y el genocidio,
la figura del poeta constituía un espacio donde “salvaguardarse”, un refugio posible,
la forma de nombrar al “militante”. La preocupación por lo estético daba cuenta
de la imposibilidad por mencionar aquello que pertenecía a otro campo: lo que
se había transformado era el modo de enunciarse como sujetos políticos.
La primera editorial de El
Ornitorrinco Nº 1, concebida como un “manifiesto”, también proponía “poner lo
estético, en literatura, por encima de cualquier otra valoración”(41) A lo largo
de todas sus editoriales se rescataba la figura del “escritor” y también del “creador”.
Esto queda evidenciado en su editorial Nº 5:
“Escribir libros, o más
modestamente sacar revistas, contribuir de algún modo a que nuestro pueblo siga
cantando y hablando por boca de sus poetas y de sus escritores, y a que la
palabra “cultura” no se petrifique en una mera descripción etnológica, esa es
la responsabilidad de todos los intelectuales argentinos. (…) Los libros tienen
un Destino, decían los antiguos. Y lo tienen. No sólo duran más que quienes los
amamos sino que quienes los detestan o les temen. Pensar en esto último, puede
devolverle a cualquiera esa secreta alegría que, aún en plena angustia, en
plena incertidumbre, hace falta para seguir escribiendo”.(42)
Nuevamente aparece el rescate
del escritor en momentos de incertidumbre, la necesidad del pueblo de seguir
hablando por medio del “poeta”, de seguir escribiendo para que la palabra perdure,
para que la voz no calle y se perpetúe por encima de la angustia. La militancia
política se encontraba excluida de la esfera pública. Sin embargo, proponer la
creación de una revista cultural y participar en ella, era concebido como una forma
de “militancia”. En 1979, Enrique Záttara en Cuadernos del Camino rescataba el rol
de ciertas revistas culturales –en realidad, hacía referencia a las revistas
“subte” como El Ornitorrinco, Nudos, Ayesha, Nova Arte, Contexto y Ulises- y
planteaba que la forma de expresarse en una revista implicaba una visión de
mundo y por ende, una forma de militancia.
“Si poemas o cuentos son el
modo de expresar una visión donde el concepto ocupa lugar secundario (aunque
esto es dudoso, y eso sería objeto de otra discusión), la revista es una
creación cuyo objetivo es transmitir una concepción coherente de la realidad, o
por lo menos (en el caso de que trato) de una parcela de esa realidad, la
literatura y el arte. Si la obra personal representa mi expresión artística, lo
que haga en la revista será una militancia, la militancia por una concepción en
la que se sustenta aun la propia obra. (…) La idea de una “militancia” que
trasciende el marco de la realización puramente expresiva es sin duda una
cuestión que el artista se plantea, en tanto se le hace evidente que –aunque inseparables-
esa obra personal de que hablamos (la realización estética) se le impone como primordial.”(43)
Hemos podido observar el
vínculo particular entre “estética” y “militancia”. Si bien en el campo político
la militancia había dejado de existir, en el campo de las revistas culturales
la posibilidad de escribir era concebida no sólo como un modo de supervivencia
sino como una nueva forma de “militancia”. De esta manera, el modelo de
intervención intelectual tomaba lo estético como punto de partida para
trascender lo meramente expresivo y transmitir una visión de mundo que
permitiera intervenir políticamente.
Las publicaciones “subte”
fueron el reflejo de una serie de inquietudes que diversos grupos tuvieron y
necesitaron plasmarlo en este tipo de producciones. La experiencia grupal no
sólo implicaba el proyecto editorial sino la conformación de grupos de estudio y
discusión vinculados a la literatura, la música, la poesía, el debate teórico y
político. Esos “grupos culturales” se vincularon entonces con formaciones que
constituyeron la posibilidad de generar una trama colectiva y un espacio común
de intervención aún en un contexto de fuerte represión y terrorismo de Estado. Más
allá de su persistencia en el tiempo, sus transformaciones, sus polémicas, la existencia
misma de las revistas culturales en tiempos de dictadura indicaba, incluso en términos
de sus protagonistas, un estado permanente de ebullición en la actividad intelectual,
marginada de los circuitos habituales y revelaba la voluntad de crear, producir,
intervenir en momentos donde –aún con límites, censura y autocensura quedaba sólo
la palabra.
Me interesa, a su vez,
enfatizar en la necesidad de conformación no sólo de grupos al interior de la
revista sino la articulación entre diferentes publicaciones culturales las cuales,
más allá de sus líneas editoriales y corrientes estéticas que rescataban, encontraron
un espacio conjunto de articulación a partir del que exploraron temas ausentes
en otros ámbitos y construyeron una red de lazos sociales de cooperación y colaboración.
De esta manera, hacia 1979 surgía la Asociación de Revistas Culturales (ARCA)
conformada por Poddema, Ulises, Galaad, Nova Arte, Signo Ascendente, Ayesha,
Cuadernos del Camino, Nudos, Oeste y El Ornitorrinco, entre otras. Tras algunos
encuentros, las revistas que formaron parte del colectivo ARCA -Asociación de Revistas
Culturales-, realizaban en 1979 una conferencia de prensa donde expresaban su oposición
a la censura imperante(44). Posteriormente, surgía la Agrupación de Revistas Alternativas
(ARA) conformada por Kosmos, Todos Juntos y Quijote, entre las publicaciones
más relevantes. Ellas constituyeron un modo particular de intervención colectiva,
discusión y puesta en común de intereses.
Esto implicó una serie de
diálogos, citas y reconocimientos al interior de las publicaciones que formaban
parte de estas experiencias colectivas de articulación. En enero de 1979, El
Ornitorrinco publicaba una nota en la que celebraba el surgimiento de Nova
Arte: “Estas revistas remueven el clima cultural de un país mostrando que
quienes especulaban con un supuesto aquietamiento del impulso creador entre
nosotros se equivocan. Lo otro evidente es que los jóvenes que en general son
quienes, con grandes sacrificios las hacen, no encuentran acceso a otros canales
de expresión.”. (45) La cita cobraba una significatividad distinta: implicaba
dialogar, romper el aislamiento, instar al diálogo, generar redes de socialidad,
reconocerse en otras experiencias. Y lo que mostraba era la ausencia de otros
canales de expresión para esas jóvenes generaciones.
Por lo tanto, es importante
destacar la necesidad de crear un frente común basado en la articulación de
experiencias, hecho que queda demostrado en la conformación de colectivos de
publicaciones. A pesar de ser disímiles y heterogéneas, no se planteaba un debate
explícito entre diferentes líneas estéticas y políticas. Horacio Tarcus
planteaba en referencia a aquel momento: “Todo el mundo sabía quién es quién
pero nadie sacaba los pies del plato porque eran los tiempos de la dictadura.
Entonces, las actividades se hacían en común y había mucha solidaridad, pero
comunistas eran los comunistas, los compañeros de ruta de los comunistas eran los
comunistas, los maoístas eran los maoístas, los trotskistas eran los
trotskistas. Había un debate implícito que hoy se podría reconstruir aunque no
en la forma agresiva de las confrontaciones abiertas”.(46)
De esta manera, así como
existió un clima común durante la dictadura, un análisis exhaustivo de las
distintas publicaciones nos permite observar las diferencias entre ellas en
cuanto a corrientes estéticas a las que adscribieron y su modelo de intervención
intelectual y política. Sin embargo, esas diferencias no se explicitaron públicamente
hasta los primeros años del gobierno de Alfonsín. Es allí cuando se visualizan
ciertas polémicas y se produce un reacomodamiento de estas publicaciones, teniendo
en cuenta que es el contexto el que cambia y esto hace que varios temas que antes
sólo tenían un lugar allí, ahora pasen a la esfera pública. Esto obliga a las
revistas a definir su perfil y política cultural. Algunas se vuelcan al mercado
para lograr una difusión masiva o bien, dejan de existir porque los grupos que
las crearon sienten la necesidad de intervenir en otros espacios.
CONCLUSIONES
La historia de las revistas
culturales nos permite observar modelos de intervención intelectual y de esta
manera, indagar en las relaciones entre política y cultura. Una primera
conclusión, me permite destacar que varias de las experiencias descriptas se
encuentran fuertemente vinculadas con tradiciones políticas y estéticas de publicaciones
paradigmáticas de las décadas del ’60 y ’70, en lo que refiere a la crítica cultural
y a ciertos debates. Intento seguir indagando en estos vínculos de continuidad
y en las rupturas producidas a partir del golpe militar.
A su vez, es interesante
analizar esta zona de las revistas denominadas “subterráneas” durante la
dictadura en su relación con la cultura oficial. Encontramos allí una serie de
prácticas que, imposibilitadas de constituirse en alternativa de poder debido
al contexto represivo, crecieron al margen de ese poder y cuestionaron su funcionamiento.
Pero, ¿de qué manera lo cuestionaron? Considero que el cuestionamiento pasó
especialmente por generar lazos de colaboración a través de la conformación de
espacios de socialidad compuestos por grupos de jóvenes con diversas inquietudes.
Su existencia y vitalidad se debe a ese vínculo particular con el poder, el cual
generaba, en palabras de sus protagonistas, cierto “aplastamiento”. No pretendo
sobredimensionar las prácticas. Pero quisiera aquí señalar algunas cuestiones
vinculadas con ciertas lecturas que analizan el rol de estas publicaciones
durante la dictadura como un “gesto”, gesto que se diluye a partir de los
primeros años de la denominada “transición”. El término no permitiría
contemplar la riqueza de tradiciones puestas en juego y en especial, la manera
particular en la que en ese período histórico el hecho de participar en estos
proyectos fue un modo de “militancia” y de intervención política. Si bien no se
constituyeron en alternativa de poder, confrontaron con aquellas publicaciones
denominadas “de superficie”. Conformaron colectivos de publicaciones vinculadas
con formaciones culturales, construyeron redes de solidaridad, cuestionaron el
canon estético oficial, se vincularon con movimientos de Derechos Humanos y agrupaciones
políticas. Esto, que en otro contexto hubiera sido una mera enunciación de características,
en el contexto dictatorial cobraba otro sentido.
De la misma manera, deseo
enfatizar las transformaciones que estas prácticas experimentaron con el
triunfo del alfonsinismo. Algunos autores señalan que estos cambios comienzan
en los últimos años de la dictadura, cuando se empieza a producir paulatinamente
cierta “apertura”, lo que hizo que ciertas publicaciones comerciales se hicieran
cargo de temas vedados al gran público hasta ese momento. La nueva coyuntura
ubicó a las revistas en otro plano: algunas se volcaron a publicaciones de mercado,
otras desaparecieron y otras subsistieron por un tiempo pero con otra dinámica.
El ascenso del radicalismo implicó un “balde de agua fría”, en palabras de sus actores,
quienes se encontraban mucho más cercanos a experiencias vinculadas con el peronismo
o la izquierda.
Para finalizar, me interesa
destacar el rol de las revistas culturales en el rescate de su pasado y de su
presente. Así como mantuvieron una relación de diálogo y a su vez de conflicto
con ciertas tradiciones, configuraron durante la dictadura un vínculo particular
con su presente, desafiando los límites impuestos por el poder militar e intentando
“ir un poco más allá” de lo permitido y establecido.
Notas
1 Sastre, Alfonso, “La
mordaza. Noticia” en: Obras Completas. Tomo I: Teatro, Madrid, Aguilar, 1966,
p.
283.
2 “Revistas Subterráneas: El
aire contra la mordaza” en: Revista el Porteño Nº 3, Marzo de 1982.
3 Para mayor información,
léase: Rivera, Jorge B., El periodismo cultural, Buenos Aires, Paidós, 1995. (p.
100)
4 Hemos tomado aquellas
publicaciones que conformaron colectivos de Publicaciones como la Asociación de Revistas
Culturales (ARCA) y la
Asociación de Revistas Alternativas (ARA). Asimismo, hemos
seleccionado aquellas publicaciones vinculadas – aunque no orgánica ni
explícitamente debido al contexto imperante- con partidos políticos como
Contexto - vinculada al PC-, Nudos - vinculada al maoísmo del PCR-, Cuadernos del
Camino y Propuesta para la
Juventud , ambas vinculadas al PST. Estas últimas
publicaciones, a su vez, formaron parte de agrupaciones de revistas como ARCA. Detallamos
seguidamente el corpus de publicaciones:
- Poddema. Publicación
periódica para la actividad poética independiente (1979- 1980). Director: Alberto
Valdivia. Luego pasa a denominarse Signo Ascendente.
- Signo Ascendente
(1981-1982). Redactores: Josefina Quesada, Juan Perelman y otros.
- Ulises. Revista de arte y
humanidades (1978-1980). Directores: Horacio García, Horacio Tarcus, Gabriel
Vega. A partir del N° 3 se fusiona con Nova Arte.
-
Nova Arte. Revista bimestral independiente (1978-1980). Director: Enrique
Záttara.
-
Galaad (1978-1979). Director: Ricardo Valenzuela.
-
Ayesha. Literatura (1978-1980). Director: Alejandro Margulis.
-
Kosmos. Periodismo Alternativo (1979-1986). Director: Daniel Schapces.
Redactores: Jorge Warley, Julio Canessa.
- El Ornitorrinco.
(1977-1986). Directores: Abelardo Castillo, Liliana Heker.
- Sitio (1981-1987). Redacción:
Eduardo Grüner y otros.
- Contexto (1977-1984).
Editor: Juan Alberto Núñez, luego Ariel Bignami.
- NUDOS en la cultura
argentina (1978-1992). Director: Manuel Amigo, luego Jorge Brega.
- Cuadernos del Camino
(1978-1980). Directora: Mónica Giustina. A partir de su Nº 3 comenzó a formar parte
de ARCA.
- Propuesta para la Juventud (1978-1979).
Director: Roberto Catania.
5 Para mayor información,
léase: “Revistas culturales. El aire contra la mordaza” en: Revista El Porteño,
Año 1 Nº 3, Marzo de 1982.
6 Para mayor información,
léase: Simpson Grinberg, Máximo (compilador), Comunicación alternativa y cambio
social, México, Premia Editoria, 1986.
7 En especial, los que
funcionaban en el centro de la ciudad o en sus puntos neurálgicos, como:
Corrientes
y Callao, Estación 9 de Julio
del subterráneo y estaciones de Ferrocarril.
8 Revista El Ornitorrinco. Nº
1: Octubre-Noviembre 1977. Nº 14: Julio-Agosto 1986. Directores: Abelardo
Castillo y Liliana Heker.
9 Cada ejemplar incluyó
cuentos y poesías de autores que iban desde Anton Chejov o Lewis Caroll hasta las
nuevas generaciones latinoamericanas, así como la reflexión de diferentes
intelectuales como Jean Piaget, Arthur Miller o Leopoldo Marechal. Se impulsó
la poesía, el cuento y otros géneros literarios, adquiriendo gran espacio los
comentarios de libros y notas bibliográficas.
10
Revista Antimitomanía. Nº 1 (Nº 12 de la segunda época): Abril/mayo 1979.
Último Número: 1984. Director: Daniel Eduardo Serra.
11
Revista Mutantia. Zona de lucidez implacable. Nº1: Junio/julio de 1980. Nº 22:
Marzo de 1985. Director: Miguel Grinberg.
12
Ulises. Revista de arte y humanidades. Nº 0: Abril de 1978. Nº2: Setiembre de
1979. Directores: Horacio García, Horacio Tarcus, Gabriel Vega.
13
Nova-Arte. Revista bimestral independiente. Nº 1: Setiembre-Octubre 1978. Nº 6:
Verano de 1980. Director: Enrique Záttara.
14 “Editorial: Justificación”
en: Revista Ulises Nº 0, Abril de 1978. (pp.2-3)
15 Tarcus, Horacio, “Julio
Cortázar y la nueva literatura” en: Revista Ulises Nº 0, Abril de 1978. (p.14)
16 Revista Poddema.
Publicación periódica para la actividad poética independiente. Nº 1: 1979. Nº 2: 1980.
17
Revista Signo Ascendente. Nº 1: 1981. Nº 2/3: 1981/1982. Redacción:
Josefina Quesada, Julio del Mar, Juan Perelman.
18
Contratapa. Revista Signo Ascendente Nº 2-3. Mayo de 1982.
19
Revista Kosmos. Periodismo alternativo. Nº 1: 1979. Nº 26: 1986. Director:
Daniel Shapces. Redacción: Julio Canessa, Marcelo Schapces, Jorge Warley.
20
Revista Sitio. Nº 1: Diciembre de 1981. Nº 6: Noviembre de 1987. Redacción:
Eduardo Grüner, Jorge Jinkis, Luis Gusmán, Ramón Alcalde., Héctor Grifasi,
Mario, Levín, Hugo Sabino.
21 Revista Literal. Nº 1:
1973. Nº 4/5: 1975. Consejo de redacción: Germán García, Luis Gusmán, Osvaldo
Lamborghini, Lorenzo Quinteros.
22 “Localización” en Revista
Sitio Nº 3, Agosto de 1983. (pp. 3-4).
23 Revista Contexto. Nº 1:
Enero de 1977. Nº 26: Diciembre de 1978/Enero de 1984. Director: Alberto Núñez,
luego Ariel Bignami.
24 Revista Cuadernos del
Camino. Nº 1: Octubre de 1978. Nº 5: Agosto de 1980. Directora:
Mónica Guistina. Desde el Nº 3, Alicia Padula. Jefe de Redacción: Juan Carlos
Paz.
25 Revista Propuesta para la Juventud. N º 1: 1977. Nº 22: 1979. Director: Roberto
Catania.
26 Revista Nudos en la cultura
argentina. Buenos Aires, Nº 1: 1978. Nº 18: 1992. Directores:
Manuel Amigo. A partir del Nº 3: Jorge Brega.
27 Revista Posta. Bimestral de
arte y literatura. Nº 1: Mayo de 1977. Nº 3: Setiembre de 1977. Se continúa con
la revista Nudos. Director: Manuel Amigo.
28 “Cuando… (Editorial) en:
Revista Propuesta para la
Juventud N º 17 (Nº Aniversario), Junio de 1979.
29 “Editorial” en: Cuadernos
del Camino Nº 2, Marzo de 1979.
30 Revista Pájaro de Fuego.
Toda la cultura. N° 1, Buenos Aires, Setiembre de 1977, N° 43: Abril de 1982. Director:
Carlos Garramuño.
31 El resto de las
publicidades de página completa correspondían a lácteos La Vascongada , Bodegas
Tonel
Privado y Colchones Suavestar,
entre otros.
32 Editorial: “Un aporte a la
polémica nacional” en: Revista Pájaro de Fuego. Toda la cultura. Nº 1. Setiembre
de 1977. (pp.6-7)
33 Entrevista a Franco
Marleta, director de la
Revista Celeste y Bronca en: “Revistas culturales. El aire contra
la mordaza” en: Revista El Porteño, Año 1 N° 3, Marzo de 1982.
34 Corte Interamericana de
Derechos Humanos
35 “A modo de despedida” en:
Revista Ayesha. Literatura Nº 7, Buenos Aires, Febrero de 1980. Director: Alejandro
Margulis. (pp.18-19)
36 Un trabajo pormenorizado de
la disputa al interior del aparato militar puede encontrarse en: Canelo, Paula,
El proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone, Buenos
Aires, Prometeo, 2008.
37 “Editorial” en: Revista
Kosmos N° 15, Octubre-Noviembre de 1982. (p.15)
38 Brega, Jorge, Poemas de
Ausencia. Objetos y dibujos: Manuel Amigo, Buenos Aires, Ágora, 1984.
39 “Manuel Amigo”. Entrevista
en: Revista Nudos Nº 7, Buenos Aires, julio de 1980. (pp.13-14)
40 “Presentación” en: Revista
Signo Ascendente Nº 2-3, mayo de 1982. (p.1-2)
41 Castillo, Abelardo,
“Editorial: Muerte y resurrección de las revistas literarias o seis
aproximaciones para armar un ornitorrinco” en: Revista El Ornitorrinco Nº 1,
Buenos Aires, Octubre-Noviembre de 1977 (pp.1-2)
42 “Editorial: Los derechos de
la inteligencia o el huevo dorado” en: Revista El Ornitorrinco Nº 5, Buenos Aires,
Enero-Febrero de 1979. (p.1)
43 Záttara, Enrique, “Revistas
Literarias: vehículo de Reflexión en la Cultura ” en: Cuadernos del Camino Nº 3,
Septiembre de 1979. (pp.31-32)
44 Guiard, Silvia, “Buenos
Aires: el surrealismo en la lucha contra la dictadura” en: Löwy, Michael, La estrella
de la mañana: surrealismo y marxismo, Buenos Aires, El cielo por asalto, 2006.
45 Revista El Ornitorrinco Nº
5, Enero-Febrero de 1979. (p.26). Directores: Abelardo Castillo y Liliana Heker.
46 Entrevista realizada a
Horacio Tarcus en diciembre de 2002.
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