tres



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Julio de 1979. Reunión de la redacción de Propuesta, para preparar el número tres. Como otras veces, la reunión es en la Biblioteca Popular Mariano Moreno, en Belgrano y 25 de mayo, una esquina a pocas cuadras de la Estación Bernal del Ferrocarril Roca. Silvio Winderbaum escribió una crónica de esa reunión, que fue publicada en el mismo número. 



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Son las tres de la tarde de un domingo lleno de sol. Sentadas en el césped, tres personas conversan mientras se puede ver, como telón de fondo, a los chicos del barrio jugando al fútbol. Frente a ellos (a las tres personas, que son tres muchachos) se abre la puerta de una casa, y sale un anciano con su señora a tomar mate. Pasa un rato, nada cambia: los chicos jugando, la pareja de ancianos y los tres muchachos. Los domingos son, quizás, excesivamente tranquilos, y más en este lugar. Luego de unos minutos, llegan otras cuatro personas, que se acercan a las primeras tres. Dos chicas, dos muchachos. Quedan cinco y dos. Una de las chicas tiene una llave, con la que abre la puerta de la biblioteca que está detrás del parquecito con césped. Entran, acomodan mesas y sillas, se sientan. La reunión de Propuesta comienza.


- Dicen que a Martín no le gustó el comentario de Antígona…
- ¿Por?
- Y, no sé… debe ser porque le damos con todo.
- Lo lamento, loco. La puesta se lo merece. ¡Qué pálida!


Quien dice esto es Max, que se encargó de hacer el citado comentario. Habla así. La tiene con los locos y las pálidas…
Todos asienten. Lito, los dos oscares, Mercedes, Graciela, Silvio, Daniel.


- Che, hay un dibujo para la nota de ecología que está sensacional… además tengo la cartelera bastante completita.


Habló Lito, el comodín de la redacción, y pieza clave en la organización de la revista. No tiene una ocupación fija, hace lo que haga falta hacer. Toca la guitarra, bah, digamos que rasca un poco.
En este interín, llegaron Alberto y Román.
Somos nueve.


- ¿A ver?
- Díganme si no está hermoso.
- Sí, muy lindo.


Graciela, la “plástica” (de eso se ocupa), ha opinado. Es docente, y mientras la reunión se desarrolla, le cuenta a Oscar Z. algunas cositas de sus alumnos. Este último pregunta:


- ¿Y lo de Fugaz, loco, cómo salió? (se dirige a Lito, que redactó el reportaje). Loco, tengo unas pálidas terribles, loco.


Como ves, el retorcimiento lingüístico de Oscar es aún más pronunciado que el de Max, porque se ocupa de música contemporánea, junto con Oscar G., que permanece callado, y, quizás, medio dormido.
Ambos cubren los recitales que hay. A las notas que escriben hay que aplicarles “tratamiento corrector especial”, para que resulten legibles…

- ¿Qué más, che?
- Tengo las poesías y los dibujos. Están un toco.


Leemos. Sí, están un toco, es cierto. Pero cinco páginas… es mucho.


- ¡Pero si están una barbaridad?
- ¿Qué son cinco páginas?
- Aparte, con los dibujos…


Cinco páginas… no importa.


- ¡Ah! Me olvidaba. Llegó una carta.
- ¿Eh? ¿Cómo es eso?
- Sí, la manda un lector. Y un cuento.
- ¿A ver? Leelo.


Leemos.


- ¿Publicamos?
- La carta entera no, porque nos da demasiada manija…
- Bueno, un copete, el resumen de la carta y el cuento… ¿está?
- Ta.


En una punta, Daniel escucha todo. Es la primera reunión a la que asiste. También, como Lito, toca la viola.


Mercedes, Román y Alberto pertenecen al primitivo núcleo de redacción. Sin vicios visibles de ningún tipo, se ocupan de garabatear algunas notas, de vez en cuando, y de vender, pero la mayor salida de ejemplares viene por ese lado.


- ¡Qué fúnebres son los dibujos del tres! Es Alberto.
- ¿Cuál va a ser el póster de regalo? Es Mercedes.
- ¿Cómo, cómo? ¿De qué hablan? Es Román.

- Bueno. ¿A ver, cuánta guita juntaron, eh?

- ¡Qué frío que hace acá! Me parece…


El que habló de la plata soy yo. Me presento:


Silvio Winderbaum




La Biblioteca Popular Mariano Moreno de entonces



La Biblioteca Popular Mariano Moreno actual