Entrevista a Eduardo Gudiño Kieffer


En Propuesta Nº 8 – Agosto de 1978








EL  PROBLEMA  NO  ES  ESCRIBIR,  
ES  PUBLICAR



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Esta entrevista fue realizada por Rodolfo Báez en julio de 1978. Eduardo Gudiño Kieffer, escritor y periodista nacido en Esperanza, Santa Fe, en 1935, era ya un escritor destacado a partir de obras como las novelas Para comerte mejor (1968) y Guía de pecadores (1972), y del ensayo Carta abierta a Buenos Aires violento (1970). En los años siguientes, junto a una prolífica obra literaria y periodística, fue jurado en numerosos concursos literarios y director del Fondo Nacional de las Artes. Falleció en Buenos Aires el 20 de septiembre de 2002.  



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Dialogar con Eduardo Gudiño Kieffer significa entrar a un mundo fascinante: el mundo de la literatura, con sus leyes propias y códigos especiales que, a pesar de los refinados eruditos que suelen poblar las páginas literarias de los diarios “prestigiosos”, no es un oscuro enigma que sólo pueden desentrañar los que han sido tocados por la varita mágica de la sabiduría. Sus leyes propias, sus códigos especiales, son mecanismos imprescindibles que le sirven de basamento para recrear la realidad sin sujetarse a pautas estrictas.

Gudiño Kieffer nos dio su visión personal de la literatura en una charla franca, sin formalismos académicos, y puso en claro ciertos aspectos de la vocación del literato: Uno de ellos muy importante: el destino de los jóvenes que comienzan a transitar el apasionante camino del “oficio” de escritor.







- ¿Creés que los jóvenes escritores que recién se inician tienen destino en nuestro país?


- Yo pienso que deberían tenerlo. Pero creo esencialmente que hay que hacer una distinción importantísima: hay mucha gente que escribe y hay pocos escritores jóvenes, es decir, hay una cosa que parece antipática pero es necesario decirla para que los mismos jóvenes hagan un balance: la gente que se pelea con la novia, o tiene un problema cualquiera y decide dar rienda suelta a su dolor escribiendo, le hace un gran daño a la literatura, sobre todo a la poesía. Los diarios y las revistas reciben centenares de materiales literarios de los cuales se puede rescatar muy poco. Lo primero que tiene que hacer una persona joven es pensar que la literatura no es, simplemente, transmisión de un estado de ánimo, es mucho más que eso, y es muy serio.



- ¿Es una disciplina?


- Es una disciplina, es un oficio, es una vocación, es una profesión, es una enfermedad, es un vicio, es todo eso junto. Ahora, la pregunta concreta es si tienen un destino. Mirá, tienen que tenerlo. En estos momentos el agujero generacional es tan grande que va a ser una desgracia llenarlo. Para la literatura argentina la carencia, no de escritores jóvenes, sino de escritores jóvenes que se publiquen, es una enorme desgracia. A mí, que tengo cuarenta y dos años, algunos me dicen que soy un escritor joven. Hay otros que tienen treinta. Y con los de veinte ¿qué pasa? Están. También están esos que escriben mal. Y están los que escriben bien pero que por culpa de la industria editorial, que no se interesa en ellos, y otro poco por el enorme material inútil, no pueden publicar.



- ¿La edad tiene mucho que ver para comenzar a escribir?


- Yo no recuerdo casos de grandes escritores que hayan empezado su libro a los sesenta o setenta años. Lo que antes te decía, la vocación, la enfermedad, el vicio, se descubren en los primeros años. Por muchas cuestiones, sale a relucir en la juventud o en la adolescencia. Como escribir es algo que se aprende en la escuela primaria y resulta más fácil que entregarse a una disciplina como el piano, la escultura o la guitarra, es más natural que haya escritores jóvenes. Además, como realmente el primer medio de expresión de sentimientos es la palabra, es muy lógico que se escriba. Claro que cuando uno escribe tiene que tener conciencia de cualquier cosa que escriba. Primero, no va a ser nada que no haya sido dicho u oído anteriormente. No hay nada nuevo. Entonces, lo que hay que tener en cuenta es cómo se lo dice. Lo esencial en la escritura es armonizar el contenido con la expresión, con la forma. No es uno más importante que otro. Pero vos te tenés que adecuar a tu momento vital, a la ciudad en que vivís, a la sensibilidad de lo que te rodea, no quiero decir del público porque el escritor sólo tiene lectores; todo eso exige del joven escritor que diga, bueno, yo tengo dieciocho, veinte, veinticinco años, y esto no es una pavada más, tengo que trabajarlo. Tengo que leer, tengo que pensar que no soy el ombligo del mundo. Te voy a contar una anécdota. Hace un año vino un pibe a mi casa. Tendría dieciocho o veinte años. Vino en moto, muy desmelenado, muy pintón. Me trajo unos cuentos, horribles, espantosos. Cuando volvió a buscarlos yo no quería decirle que eran horribles. Entonces le pregunté si no leía. Me contestó que no para no recibir influencias. Le dije si pensaba que para ser más grande, más fuerte, no era necesario comer. Yo creo que la primera base de la formación literaria es la lectura, y sobre todo la que se adquiere en la juventud, porque es la que más te impacta, la que más te forma, te deforma o te conforma. Las influencias sirven. Todas son útiles, porque te van aportando datos existenciales que uno no conoce. Por ejemplo, las impresiones de Hemingway pescando. Para un chico porteño que no lo ha hecho nunca o ha ido a pescar tarariras a Quilmes, son vivencias muy importantes, muy calientes y sólidas. La lectura te aporta, aparte de descubrimientos estilísticos, aunque la palabra no me gusta, un montón de posibilidades de investigación vital. Los jóvenes deben tener una posibilidad porque los mismos viejos se van a dar cuenta de que o la abren o se termina en una especie de suicidio, o en lo peor, morirse de viejo. Desde el punto de vista comercial tal vez no sean necesarios. Aunque se los use de otra manera, por ejemplo, para venderles blue jeans, Bee Gees o John Travolta. Pero desde un punto de vista espiritual son necesarios de otra manera. Para la gente de mi edad, para mí, no tener detrás jóvenes que me apoyen, me crea inseguridad. Así como uno tiene autores mayores que respeta, tiene que tener gente joven detrás. Y aquí eso es una gran carencia; por eso pienso que se va a solucionar, precisamente, por esa misma necesidad en cuanto la entienda el editor. Porque el problema del joven no es escribir, es publicar. Esto sería interesante complementarlo con la opinión de los editores. ellos pueden dar su punto de vista económico. Porque a veces, uno analiza los problemas de la cultura como si estuvieran ajenos a los demás procesos de la humanidad. La cultura forma parte del proceso económico y político de un país, está inserta en la realidad. Por eso pienso que sería interesante la opinión de ellos.



- Esta es una pregunta relacionada directamente con la vida del escritor. ¿Pensás que un hombre que se pasa gran parte de su experiencia encerrado escribiendo, se olvida de vivir?


- No se pueden hacer generalizaciones, porque esas son experiencias individuales. Hemingway disfrutó siempre de la vida. Esta chica Francoise Sagan también, ya que no se priva, perdón, de p… que le venga bien. Es una cuestión personal. Cuando uno elige quedarse encerrado es porque disfruta más encerrado que suelto. Algunos se arrepienten. Borges dijo hace poco que su gran pecado era no haber vivido. A veces la manera más intensa de vivir es escribir.



- ¿Creés en la “ torre de marfil”? 


- Bueno, si la puediera vender para ganarme unos mangos lo haría, pero encerrarme en ella, nunca.



- Muchos escritores la defienden.


- La defienden por una cuestión comprensible. Se habló tanto contra la “torre de marfil” y se hizo tanta mala literatura con pretextos populistas que, lógicamente, parece que encerrarse fuera la verdad. todas las verdades, para mí, son individuales.



- A vos te interesa la magia en relación a la literatura. ¿Tiene esto algo que ver con el “realismo mágico” de García Márquez o, por el contrario, se encuentra en raíces propias?


- Me interesa en relación a la vida. No tiene raíces en García Márquez, porque en él lo veo empleado de manera puramente técnica. Yo creo que la magia en relación con la vida tiene un poco que ver con la teoría que explica Jung: la magia es una cosa que trasciende de la persona, del objeto, de todo, pero no por una exigencia a priori, sino porque la relación que establezco con ella no tiene explicaciones inmediatas. Yo lo creo profundamente. No tiene nada que ver con aparecidos ni ovnis, está en el hombre, muy aplastada, muy inhibida desde Descartes en adelante, muy oscura porque es la correspondencia entre la vida y la muerte. Ojalá nunca lo expliquen, porque el día que digan: el hada de tres centímetros con alas transparentes no pudo venir a visitarte porque está con la menstruación, dejará de ser hada y se acabará la magia.



- ¿El escritor debe sufrir para poder escribir?


- No es tan necesario. Aunque generalmente los problemas y los traumas de toda la humanidad los transmite el escritor porque es una especie de puente. A veces ilumina los problemas ajenos a través de los suyos. La verdadera literatura, la que permanece, siempre refleja eso.






Reportaje: Rodolfo Báez