MESA  REDONDA  DEL  JAZZ



En Propuesta Nº 14 - Marzo de 1979









Con: 

Santiago Giacobbe 
Alfredo Remus 
Horacio “Chivo” Borraro 
Jorge “Negro” González 
Néstor Astarita 
Jorge Navarro 
Norberto Machline 
Guillermo Nojechowicz 



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Propuesta convocó a los principales músicos de jazz de Argentina para esta mesa redonda en febrero de 1979. A nivel musical, eran los tiempos dorados del jazz rock, corriente iniciada por el vuelco eléctrico de Miles Davis y en cuyo firmamento brillaban grupos como el Wheather Report o la Mahavishnu Orchestra, y músicos como Jaco Pastorius, John McLaughlin, Chick Corea, Wayne Shorter, Herbie Hancock y Stanley Clarke. Este fue uno de los temas principales abordados en la charla.

En esos años, bajo el imperio de la “plata dulce”, fue posible contar con las presentaciones en el país de figuras internacionales altamente cotizadas, como Wheather Report, Bill Evans, Chick Corea, Stanley Clarke y Dizzy Gillespie. Mientras tanto, el jazz local compartía los padecimientos que bajo la dictadura soportaron las actividades artísticas en general. 

Un hecho muy significativo fue la apertura, en abril de 1978, del local Jazz & Pop, en Chacabuco al 500 del barrio de San Telmo, regenteados por los músicos Jorge González y Néstor Astarita –dos de los entrevistados por Propuesta-, y que llegó a constituir un reducto de libertad y aire fresco en las noches porteñas dentro del opresivo contexto de la dictadura militar. 



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Creemos que los músicos que se reunieron con nosotros para esta charla no necesitan presentación; son todos –exceptuando quizá a Nojechowicz del grupo Rayuela, joven músico de origen no jazzístico-, veteranos profesionales que en una búsqueda permanente y de años han ido forjando, cada uno a su manera y en su estilo, esto que aquí y ahora es el jazz en la Argentina; siendo tal vez, los más representativos de esta corriente musical. Por eso, independientemente de que coincidamos o no con sus opiniones (y en ciertos juicios realmente no coincidimos) tratamos de armar esta mesa redonda sin perder en lo más mínimo la esencia de los protagonistas. Por eso entonces sólo sus nombres: Santiago Giacobbe (piano), Alfredo Remus (bajo), Horacio “Chivo” Borraro (saxo), Jorge “Negro” González (bajo), Néstor Astarita (batería), Jorge Navarro (piano), y Norberto Machline (piano); además de Guillermo Nojechowicz (batería) y por supuesto, nosotros.

Aquí lo que pasó.


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I. EL  JAZZ,  EL  ROCK  Y  LOS  LÍMITES




Propuesta: ¿Se puede considerar al jazz-rock como fusión entre dos estilos, un producto híbrido?


Santiago Giacobbe: - Ante todo, para mí, el jazz-rock es un rótulo para vender discos. No creo que exista un estilo musical claramente definido como jazz-rock. En términos generales, se suele llamar así a la música de contenido jazzístico, con ritmos que el jazz no utilizó tradicionalmente; pero también se llama hoy jazz-rock a formas musicales que no tienen ni siquiera dos compases de un solo improvisado, y donde no existe la improvisación, para mí no existe jazz. El jazz, como en toda su historia, se nutre de influencias exteriores, como la del rock, la música española, la clásica, los folklores de distintas partes del mundo, pero sigue manteniendo su identidad. Por eso es que no creo mucho en el rótulo jazz-rock. Planteada así como vos me hiciste la pregunta, te diría que sí, es un híbrido, pero si es jazz no es híbrido.


Alfredo Remus: - Coincido con Santiago, sólo quiero hacer una acotación. Pienso que la mayoría de la gente que hace jazz-rock, sacando las excepciones de los grandes genios que todos conocemos, son los músicos de rock, no de jazz, y esto no es despreciar al rock ni cosa que se le parezca; pero no son músicos de jazz.


Horacio “Chivo” Borraro: - Creo también que el jazz-rock es una cuestión de etiquetas para poder vender discos al que le gusta el jazz y al que le gusta el rock. A lo mejor, después tampoco le gusta, pero ya está vendido. El músico de jazz toca jazz, y el músico de rock, toca rock.



Propuesta: Actualmente, ¿el jazz vende?


Borraro: - La venta de discos aquí es reducida, porque el jazz es una música minoritaria.


Giacobbe: - Ahora, el problema que se plantea es la crisis de la industria discográfica. En este momento todo se vende menos, se graba menos, hay una caída.


Borraro: - No es sólo una crisis discográfica, es una crisis económica general; en vez de comprar un disco, te comprás un bife (risas). Lo que sí, el disco te dura más.


Giacobbe: - Tal vez no habría que tomar la repercusión del jazz exclusivamente sobre la base de la venta de discos, porque puede ser una nota engañosa: de repente, vos podés llevar mil o mil quinientas personas a un recital, que es una buena referencia de la cantidad de público que puede ir, en relación a la cantidad que podía ir años atrás y, sin embargo, se vendían más discos en aquella época que ahora. Son dos elementos distintos. El jazz, tomando todas las variantes y todas las aperturas estilísticas que quieras, está despertando más interés ahora que antes.


Norberto Machline: - Ambos temas se relacionan: jazz-rock y repercusión. Respecto a la primera pregunta, yo voy un poco más allá. Casi te diría que no existe el jazz-rock. Se da que el jazz toma cosas del rock, porque el jazz siempre tomó lo mejor de todas las músicas, y en el rock se tomaron cosas del jazz porque a lo mejor existe cierta crisis, y se busca una salida, posibilidad de raíces comunes o derivaciones. Y eso, de repente, también tiene que ver con la cantidad de público. Ustedes habrán notado, en los últimos dos años, en los conciertos de jazz, muchísimo más público que antes; aparte muchísimo público joven y de rock, y eso tiene que ver con la crisis en el rock, no con la fusión de ambas músicas.



Propuesta: ¿Ustedes consideran que el jazz se paró en su evolución, o siguió evolucionando con otras influencias?


Néstor Astarita: - Creo que se está universalizando la cosa. Los músicos de todo el mundo han sentido la influencia del jazz, que es una raíz fuertísima, y los músicos de jazz sienten también la necesidad de incluir otro tipo de cosas.



Propuesta: O sea que se podría hablar de un intercambio…


Astarita: - La música es una cosa universal y se han dejado de lado una serie de prejuicios. Vemos, escuchamos, sentimos, siento que de repente estoy tocando jazz con un grupo netamente jazzístico y de pronto viene una mano de mezclar eso con una cosa tipo bossa, rock; y se hace.


Nojechowicz: - Un músico es un músico, si digo que soy músico de rock estoy totalmente encasillado; que no tenga origen jazzístico puede ser; pero si me encasillo no puedo hacer una cosa latina, o una chacarera si tengo ganas.


Astarita: - Hay músicos que están encasillados y lo llevan como bandera. “Yo soy músico e jazz… rock…” o lo que sea.



Propuesta: Entonces, ¿se podría hablar o no de límites?


Giacobbe: - Para mí hay un punto de división, un punto límite de lo que es e jazz, más allá de los rótulos. Es el manejo del lenguaje de la improvisación. O sea mientras vos te manejés con este lenguaje sos un músico de jazz, toqués candombe o lo que sea. Cuando yo grabé con “Stone Alliance” el asunto era tocar su cosa con ritmos de esta zona del mundo. Se juntaron, zaparon, se embebieron de los ritmos y después marcaban cuatro y se largaba Steve Grossman improvisando como él lo hizo toda su vida, estimulado por una cosa rítmica diferente, que pasaba detrás. Ese enfoque, ¿cómo lo tendríamos que llamar?; ¿candombe jazz? Yo no sé si vale la pena inventar un rótulo sobre la cosa; lo único que te puedo decir es que esa manera de tocar candombe es sustancialmente distinta del candombe que tocan en los tablados uruguayos, o del candombe que toca el grupo “Raíces” que es fenómeno, pero no tiene nada que ver con el jazz, ¿por qué?. Porque no hay música improvisada. Ahí está el centro de la cosa.


Jorge “Negro” González: - Lo que pasa es que el jazz es una manera de tocar música, de improvisar, no todos los improvisadores son jazzistas, ojo, eso es fundamental. Por ejemplo en la música yugoeslava hay muchas partes improvisadas, pero ésta no es jazzística. Jazz también es una manera de improvisar.



Propuesta: O sea que para ustedes lo importante es la manera de tocar, la improvisación y no tanto el producto final.


González: - ¡El producto final es lo de menos! Vos agarrás una ópera y la toca un músico de jazz y es jazz, la toca un músico sinfónico y es la ópera. Esa es la diferencia. La actitud de tocar es totalmente distinta porque se divide diferente, porque las acentuaciones son diferentes: se adapta todo para el lenguaje que el tipo tiene.


Borraro: - Yo no sé si el tema principal es si existe el jazz-rock, o si el tema principal es el jazz. También hay jazz-bossa. La ventaja que lleva el jazz es que podés tocar con cualquier tipo de ritmo de fondo y con cualquier tipo de armonía. Si sos músico de jazz vas a adaptarte, en cambio a un músico de bossa le sacás el ritmo y ya no es más bossa, es menos universal el bossa que el jazz.


Remus: - A mí lo que me pone feliz, ahora que he regresado a la Argentina, es que los músicos de rock y la gente joven se acercan a nosotros por primera vez. Ya no es como antes que existía una barrera y en cierta medida, una guerra; no había ese contacto. Hoy me pasa, nos pasa, que el chico de rock se me acerca y me hace preguntas como cuando yo le preguntaba a Eddy Gómez por darte un caso; hay un interés, una necesidad.


Borraro: - La generación nueva nació con los Beatles, con el rock; no trajo como nosotros un arrastre de Benny Goodman, por ejemplo. Antes existía el jazz, bailable o no bailable, pero sólo el jazz. Ahora, están descubriendo que hay otra cosa aparte del rock, que es el jazz, y que se puede acercar.


González: - El asunto es que el problema del acercamiento entre músicos de jazz y de rock, en realidad, es culpa de ambos; porque yo pienso que los músicos de jazz siempre despreciaron a los músicos de rock, y los de rock a los de jazz, pero por otra razón. El desprecio de los músicos de jazz es una cuestión técnica, de alcurnia, y los de rock, respecto a los de jazz, es una cuestión de tipo generacional; o sea, “los viejos que tocan jazz”. Te lo digo porque yo lo viví bastante. Por ejemplo, yo hace ocho años atrás le hablaba a un músico de rock, le decía que tocaba jazz, y me miraba con asco. Y a los músicos de jazz les hablaba de los del rock y me decía: “Ehh, pobrecitos esos pibes que no tocan”.


Nojechowicz: - Pero es una cuestión de prejuicios, también.


González: - Justamente. Lo que estoy criticando es que la culpa es de ambos, no de estos ni de los otros; ahora, lo que pasó es que a los músicos de rock un poco se les termina la música, el camino se va achicando, y entonces tienen que buscar cómo seguir, y la manera para seguir que tienen más a mano, que más relación tiene con la música que hacen es el jazz. ¿Por qué? Porque un poco, el nacimiento del rock es parte del jazz que se separó, se desarrolló, hizo toda su historia y ahora vuelve a unirse. Eso determina que también los músicos de jazz se vean influenciados ahora para incorporar un montón de elementos que son propios del rock. Entonces los músicos de jazz, que son por lo general inquietos, tratan de utilizar elementos, porque de ese modo se predisponen de otra forma, tienen otras posibilidades de tocar. Con un ritmo rígido, como es el ritmo del rock, es totalmente distinto tocar que con un ritmo más fluido.


Borraro: - No es ese el problema del rock y del jazz-rock. Temas con ritmo rígidos.


González: - No. No es un problema, es otra cosa, es otro tipo de música, es una experiencia diferente. Pienso que ahora se da la posibilidad, y me ha pasado muchas veces. Vienen pibes a ver un recital de jazz y se quedan sorprendidos. “Ah! Esto era?. Ah! Pero esto es fenómeno; qué lindo es!”.



Propuesta: Claro. Pero también puede ser que a veces uno va a escuchar y se encuentra con que no es un jazz tan tradicional como uno pensaba.


González: - Hay las dos cosas. Por ahí los pibes pensaban en jazz y pensaban en “La Porteña Jazz Band”. Claro, eso casi no tiene relación con la música de ellos; pero sí la música del jazz moderno.


Nojechowicz: - En parte tenés razón en cuanto al alejamiento de los músicos de jazz respecto a los de rock; pero yo me acuerdo de la época de “Sanata y Clarificación” hace unos años y de ver en esos recitales a Santaolalla, gente de Almendra.


González: “Sanata y Clarificación” y “Quinteplus” fueron los primeros grupos que hicieron cosas que tenían algo que ver con el rock. Me acuerdo que nosotros tocábamos en la “Cebolla”. (N. de la R.: González era bajista de Quinteplus en aquella época, Giacobbe tocó en ambas formaciones y Remus bajo en el primer LP de “Sanata”). Iban Litto Nebbia, Spinetta, Rodolfo García; había un montón de músicos; pero ojo, era un grupo muy limitado y generalmente fueron los tipos que siguieron adelante.


Giacobbe: - Volvamos al principio. Todo empezó cuando vos me preguntaste qué pensaba del jazz-rock y yo dije que para mí era un rótulo inventado para vender discos. Creo que si nosotros mismos nos dejamos atrapar por los rótulos terminamos discutiendo y tratando de dar explicaciones sobre cosas que la gente no se plantea; es que el público que nos viene a escuchar no piensa “voy a escuchar un trío de jazz de tal estilo”. Vienen a escuchar a cualquiera. Escuchan la música, no les importa en qué casillero se meten los discos.





II.  LA  FORMACIÓN  DEL  MÚSICO




Propuesta: - ¿Cómo se forma un músico de jazz? ¿Hay lugares adecuados para aprender?


Remus: - Lugares para aprender música hay. Pero yo voy un poco más allá. Un músico quiere ser músico de jazz. Por ejemplo. Se puede estudiar en el Conservatorio Nacional donde vas a estudiar música, sí, pero para estudiar hay que ir a Nueva York, porque todo lo que te rodea allí es exactamente lo que vos necesitás. Todos los músicos argentinos nos hemos hecho a los ponchazos, ninguno estudió en serio, porque desgraciadamente el medio ambiente no nos permite estudiar en serio. Pero yo hago la acotación de que, aunque nos lo hubieran permitido, no hubiese estado muy lejos la cosa de lo que es actualmente, porque pienso que el único país donde nacen músicos de jazz en Latinoamérica es Argentina. El por qué no lo sabré nunca. Cualquier músico americano desconocido tiene una formación musical diez puntos. Son unos músicos en potencia…


Borraro: - ¿Pero sabés por qué? Porque tenés un aliciente para eso. Acá te “recibís” de músico de jazz, ¿y qué pasa?


Giacobbe: - Yo pienso que una cosa que no es conciencia en nosotros es que para un resultado importante hay que hacer un esfuerzo importante. Creo que nosotros, en nuestro momento, tal vez no lo entendimos bien. Y si nosotros hicimos algo importante es porque tuvimos la suerte de estudiar en la calle, en la escuela de la jam-session, cuando existía todavía como cosa cotidiana. Baker, un maestro de Estados Unidos, dice que una de las razones por la cual se desarrollaron tanto las academias de jazz en USA, es porque ha ido muriendo la jam-session. Entonces, lo que era el punto de formación de un músico en Estados Unidos, ahora ya no lo es más. Todos nosotros tenemos más “coros” tocados que Corea y que muchos músicos americanos que tocan muy bien, que no han tenido oportunidad de tocar tanto jazz como nosotros. Pero volviendo al principio, mucha gente joven tiene la idea de que estudiar puede producir una pérdida de espontaneidad. No, mentira. La técnica, lo que te puede hacer es ayudar a sacar tu creatividad de adentro. Si no la tenés, por ahí, tapás la falta de creatividad con técnica, pero a la inversa no se da nunca.


Remus: - La técnica no es un fin, es un medio, evidentemente. Una noche hablando con Ron Carter de mi instrumento, él me dijo: cuando vos estudiás desde cero y estás con un profesor de origen clásico hay una predisposición y una obligación física tuya en el instrumento: que el brazo, que los dedos y toda esa cuestión te va desvirtuando y te va impidiendo “agarrarte” a tu instrumento. Porque en la música clásica, en relación con el jazz –y esto es muy polémico- la postura física es diferente y la psicología también. Ron Carter es un bajista de origen clásico, tocaba en la sinfónica de Nueva York y, sin embargo, tuvo que abandonar toda esa temática, toda esa estructura técnica sobre el instrumento. Es como un trompetista que tiene que cambiar la embocadura porque no la siente y empezar de nuevo. Ron Carter tuvo que hacer lo mismo, y si vos lo escucharas tocar el bajo como él sabe, yo creo que metería cuatrocientas mil notas más que Eddie Gómez, porque tiene muchísima más técnica que él. Pero para lo siguiente se trató de buscar el equilibrio dentro del estudio, lo que sí vale dentro de la técnica de cada instrumento, pero al servicio de lo que vos necesitás hacer. Cuando yo estudiaba contrabajo en el Conservatorio Nacional, mi profesor era el solista de la Sinfónica, pero yo sufría mucho con él. Porque lo que yo sentía, cuando se lo quería expresar, provocaba cierto rechazo en él; y parecía decir: “Yo soy el que sabe, vos no sabés”. Entonces, ¿qué ocurre?. Yo tenía ciertos choques y me decía de todo. Entonces un día me hinché y dije: no puedo. ¡Y es que no podía! Ahora, si yo hubiese querido terminar tocando en una orquesta sinfónica haciendo Bach para contrabajo y orquesta, otro hubiera sido el cantar. Al haber dicho que acá un músico de jazz no podía estudiar, yo me refería a ese tipo de problemas, y te digo esto porque hay cuatrocientos mil chicos que me preguntan todos los días dónde puedo estudiar, yo no puedo decirles porque no hay. Y no hay porque no está el medio.


Machline: - Totalmente en desacuerdo. No creo que en realidad haya una manera técnica diferente de utilizar el instrumento. Me refiero al piano, y quiero suponer que en los demás es igual; en música clásica y en jazz. Creo que la técnica es un medio al servicio de una expresión y se uno con lo que Santiago dice, que el resultado es el fruto de un esfuerzo. Si vos hacés el esfuerzo de estudiar el instrumento despojándote de todo, el resultado meramente técnico lo incorporás como carne a vos mismo y después lo usás para lo que vos querés. Pero la técnica creo que es exactamente la misma, porque el instrumento es el mismo y tiene doscientos, trescientos años de aplicación. (Gran polémica, todos quieren hablar, “gana” Giacobbe).


Giacobbe: - En todo caso vamos a aclarar algo. El bajo y el piano son dos instrumentos distintos y tienen esta particularidad; el bajo en jazz no se toca con arco como generalmente se lo hace en música clásica, y entonces eso ya te crea un vacío enorme. El piano se toca jazzísticamente, de la misma forma en que se toca clásicamente. Me refiero a la posición que tiene el músico en el instrumento, y todos los tipos que tocan bien jazz en piano tienen formación ortodoxa clásica. Y si me decís que Erroll Garner no estudió nada y tocaba de oreja, yo te digo que Erroll Garner no tocaba nada bien el piano; era un inventor de música, tenía un swing bárbaro, pero Garner era un tipo medio sucio, hacía un arpegio y no se entendía lo que tocaba. Ahora, son tipos de tal capacidad inventiva que la novedad y la creatividad que tienen van mucho más allá de las limitaciones técnicas, las tapan. Pero no dejan de ser tipos mal formados técnicamente. En cambio, vos escuchás tocar a Peterson, Bill Evans, Keith Jarret o Chick Corea y son unos monstruos; pero son unos monstruos de formación ortodoxa, estudiaron piano como se debe. El camino entre un tipo que empieza a estudiar piano y un concertista del Colón tiene una distancia. Técnicamente vos podés tocar jazz habiendo llegado a una parte del camino. No es necesario hacerlo todo, llegar a lo que se dice en piano “técnica trascendental”. Pero el camino es uno solo. Uno no estudia el piano “para tocar jazz”. Uno lo estudia, y en la medida en que siente va adquiriendo elementos para expresarse, entonces, si quiere, para y toca.


Machline: - Cuando tocás te olvidás de todo eso y tocás jazz, pero como ya lo incoporaste resulta natural.





III. LA  MÚSICA  POPULAR  Y  LA  DIFUSIÓN




Propuesta: - ¿Cómo ven la música popular?


Borraro: - El jazz no es música popular.



Propuesta: - ¿Vos no la considerás así?


Borraro: - No. Y se demuestra sólo. Si fuera popular, a los conciertos en vez de 200 personas irían 2.000, y en lugar de vender 300 discos vendería 30.000. Es evidente.



Propuesta: - Vos hacés sólo un paralelo entre cantidad de ventas y público…


Borraro: - ¿Y qué es popular? Masivo. Cuando a más gente llega es popular, si no, es para una minoría.



Propuesta: - Navarro, ¿otra opinión?


Navarro: - Yo prefiero no opinar.


Astarita: - ¿Qué pasa en Nueva York, por ejemplo, que es la cuna del jazz? En un boliche donde toca Sonny Rollins o Bill Evans, cuántas personas hay? Quince. Hay discos de Evans que están grabados en vivo y se escuchan diez aplausos. ¿Entonces por eso tenemos que decir que la música de jazz no es popular? Yo creo que sí lo es, porque está hecha por hombres del pueblo, desde sus raíces; incluso la gente que hace jazz transmite cosas que suceden cotidianamente. A pesar de eso, yo creo que la música popular no es de las cosas más importantes. Lo importante es lo que hablábamos antes de la nutrición que tiene cada músico de las músicas populares de diferentes partes del mundo. Eso creo que es lo más positivo que veo en la música popular.


Borraro: - Perdón. Para salvar mi posición. Yo al decir popular quise decir masivo. Evidentemente, un disco de jazz, acá no llega al mismo número de gente que Palito Ortega.


Astarita: - Yo pienso que en algún momento de la conversación ésta, de si es popular o no, y por qué no es popular, seguramente vamos a llegar a problemas de hace muchísimos años, como el asunto de la difusión. Si de repente gente que en vez de difundir un disco de Palito Ortega o de Sandro o de cualquier cosa de esas, difundiera otra música, como el jazz que es popular, o como distintos intérpretes sin ser necesariamente jazz, la gente estaría habituada a escuchar otra cosa. Entonces, en vez de cantar un tema como esos que canta habitualmente en la cancha, cantaría otra cosa.



Propuesta: - ¿O sea que para vos el asunto pasaría por música popular de alto y bajo nivel?


Astarita: - Claro, por supuesto que siempre hay música bien tocada y mal tocada, y música buena o mala. Lo que sucede es que no estamos apoyados.


Remus: - Yo observo que en nuestro país no estamos apoyados, pero por sobre todas las cosas –en cierta medida- por el público mismo; si no sos músico americano no existe la tendencia a que se llene todo. A los músicos americanos no los estoy despreciando, no me siento celoso; pero me da una profunda tristeza, porque es ahí donde yo noto que no existe el apoyo para los músicos nacionales. Han venido los músicos de Peterson a la casa de Carlos Tarzia: se llenaba de gente así. Yo estoy seguro que iban a tocar Giacobbe, el Negro González, y no iba nadie. No sé si está claro.



Propuesta: - Eso ya es un poco pasando a otro tema…


Giacobbe: - Quiero darte mi punto de vista sobre la pregunta que vos hiciste, cosa que creo nadie hizo hasta ahora (risas). Vos preguntaste cómo vemos la música popular. Digamos así, globalmente, que existen dos formas de música: la clásica y toda la otra. Y toda la otra en general es llamada música popular. Dentro de ese gran englobe que hay, para mí, existe una distinción fundamental, y es ésta: música hecha por motivaciones comerciales, es decir música hecha para vender y música hecha por necesidades expresivas. Yo me voy a referir a ésta última, la otra no me interesa. Abarca jazz, rock, tango, folklore, y pueden ser fusiones de distintas cosas. Yo creo que la distinción que hago es algo que no está claramente captado por la gente que maneja los medios de difusión. Por tal motivo se mezclan muchas veces las cosas y los músicos que hacen las cosas por necesidades expresivas, no encuentran los canales de difusión adecuados. La cosa se divide en tango, folklore o jazz y no como debería ser: tango en serio, folklore en serio y jazz en serio, y terminar con las mistificaciones por un lado y apoyar lo auténtico, lo que tiene perspectivas y proyecciones. En ese sentido yo la veo mal a la música popular, y no por falta de creatividad, sino por falta de una adecuada promoción a ese tipo de manifestaciones populares. Yo creo que si vos agarrás los discos del negro Saluzzi, los difundís adecuadamente, le das al negro las salas oficiales o los mangos que se ponen detrás de otras cosas, la música que hace va a ser popular por su origen, y por su repercusión.


Remus: - Sin embargo, sin quitarle valor a Saluzzi, y sin ánimo de discutir a Astor Piazzolla no le piden que toque “La comparsita”, será porque Piazzolla tiene realmente una personalidad muy definida…


Nojechowicz: - … ¿o no será porque es conocido en Europa?


Remus: - Cuando no lo conocían en Europa tampoco pasaba.


Astarita: - Claro. Eso es lo que le falta a Saluzzi: recorrer el camino que recorrió Piazzolla…


Giacobbe: - Treinta y ocho años de pelea. Pero treinta de anonimato, para llegar a los últimos ocho años de tipo que pudo hacer lo que quiso. En Argentina, de golpe llegás a los cincuenta y pico de años a poder hacer lo que querés, cuando lo tendrías que poder hacer a los veinte. Ese es el asunto.


Nojecjowicz: - La gente recibe lo que se difunde. Si se difunde Palito Ortega recibe eso, si se difunde algo muy difícil tal vez no lo reciba, tal vez reciba algo más suave, después va recibiendo de acuerdo a su educación. Si la música es buena, yo pienso que llega, caso Serrat, caso Piazzollla.


Giacobbe: - O la cosa es en términos generales. Ciertos temas podrán pegar o no pegar, pero si difundís música de mejor nivel, el gusto de la gente se va a levantar naturalmente. En Europa, por ejemplo, hay una estructura de difusión de la música diferente, y hay mayor receptividad en la gente a raíz de eso.


Nojechowicz: - Digamos que comercializan lo que es bueno…


Giacobbe: - ¡Claro!






Coordinación: 

David Ros  y  Alejandro Correa