Reportaje a la Radio
Joven
En Propuesta Nº 14 – Marzo de 1979
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Muchas veces las emisoras muestran una sola cara de la
moneda. ¿Cómo es y cómo debería ser ese secreto “mundillo” de la radio? ¿Los
locutores deben camouflarse frente al micrófono? Las limitaciones propias del
medio, la censura, las puertas que aún están abiertas. Pedro Adrián y Graciela
Mancuso respondieron con franqueza, formulando críticas y autocríticas. Estela
Montes por su lado, reflejó la parte más humana de la radio. Porque aunque nos
parezca mentira el locutor no sólo es una voz perdida en el abismo del dial…
Pedro Adrián (“Discomanía 2000” , Del Pueblo), Graciela
Mancuso (“Experiencias”, Mitre) y Estelita Montes (“Discorradio” por Del
Plata), apartaron por un momento el micrófono de sus radios y por el de nuestro
grabador, dijeron esto:
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PEDRO ADRIÁN:
Entre la crítica y la autocrítica
Desde que tenía 13 años, Pedro Adrián es locutor radial.
Ahora tiene veinte y varios programas, entre ellos “Discomanía”, que se emite
los sábados de 15 a
16.30 por radio del Pueblo. Fuimos a tomar un café con él y charlamos sobre su
medio, sobre la juventud, sobre cómo debería ser la radio. Descubrimos una
personalidad honesta, que muchas veces no puede expresarse por el micrófono de
una emisora, por eso lo hizo en nuestra Revista.
- ¿Siempre hiciste programas para la juventud?
- Siempre. El año pasado hice “Microguía Internacional”,
que eran micros de cinco minutos de duración. Tenía temas de actualidad
dirigidos directamente a la juventud. En mis inicios hice “La Magia del Sonido”, que eran
veinte minutos con Los Beatles. Ahora, con “Discomanía”, ya llevo cinco años…
- ¿Cuánto tiempo te lleva preparar tu programa?
- Yo soy un tipo que tal vez tarda demasiado para
preparar un programa, porque selecciono la música. Armar una hora de programa
me lleva cinco.
- Además de la música: ¿cómo llegás al oyente?
- Trato de hablar con ellos. Intercambio correspondencia
y llamadas telefónicas. Entonces yo le pregunto: “¿qué opinás vos, te gusta
este tema?”.
- ¿Hablás directamente con el tipo que te llama?
- Exacto, es una especie de termómetro. Eso se hacía
mucho en mi programa “Música Joven” que iba por Radio Splendid. Splendid es una
radio que tiene una audiencia más “exquisita”, y la programación allí es muy
diferente a Radio del Pueblo. En aquella emisora las autoridades no me
permitían poner en el aire el tipo de programa que yo quería hacer…
- ¿Qué querías hacer?
- En cierto modo era una línea semejante a lo que hizo
Garibotti con “Embajadores Ventil”, pero lo mío era un estilo más nacionalista,
no como Garibotti que metía mucho material extranjero. Yo me iba más a un León
Gieco, un Vivencia, un Litto Nebbia. O sea, quería hacer un programa más
nuestro.
- ¿Y las autoridades qué te dijeron?
- Simplemente me dijeron que “no iba” con la emisora… no
sé… “peros” que no los podés llegar a conocer porque no te dan razones.
- ¿Esto significa que nuestra radio está retrocediendo,
desde el punto de vista técnico y desde el punto de vista del contenido?
- La radio argentina no ha evolucionado. La mayoría de
las radios tienen equipos obsoletos como para poner en el aire un buen
programa. Por otro lado, en muchas oportunidades he planteado a directivos,
determinadas innovaciones, y me dijeron: “Mirá, esto no va”. Ahora, ¿por qué no
va? Si uno supiera por qué no se puede, buscaría la manera de encararlo de otra
forma.
- ¿La juventud tiene un espacio importante en esa
problemática radio?
- Hay muchos programas para la juventud. Considero que
con “Discomanía”, Pedro Adrián se puede identificar con la audiencia. Pero yo
creo que no hay una cantidad necesaria de programas para la juventud del nivel
que tendría que existir. Por ejemplo, en el interior, donde tienen un muy buen
nivel técnico, no existen programas juveniles. Les hace falta un programa que
no solamente les pase musica “Chingui-chingui”.
- Pero además existe un preconcepto que es el siguiente:
programa juvenil igual a programa de rock.
- Yo considero que está mal emitir solamente esa música,
porque en la Argentina
tenemos excelentes compositores y músicos, y no solamente de rock. Ahora ¿por
qué rescatamos la música estadounidense y la europea? El problema radica en
nuestros disc-jockeys. Nosotros somos un poco responsables de no emitir música
nuestra.
- Piazzolla llenaba y llena los teatros de gente joven,
por ejemplo.
- Lo que él hizo fue un “camelo”, justamente porque en
esa época la juventud no tenía de qué agarrarse o con qué sentirse
identificada. A partir de allí surge esa “música avanzada” y entonces hay quien
dice: “si Piazzolla va para allá, vamos nosotros con Piazzolla”.
- Vos decís que la juventud necesita “de qué agarrarse”.
En el terreno musical eso es especialmente oscilatorio, ¿de qué depende esa
oscilación?
- La juventud se identifica con quien tiene una gran
“manija” comercial que le den. El que no tiene éxito no consigue lo que la
gente que lo “banca” pretende de él. Yo en un principio había dejado de lado
todo eso, lo que me trajo muchos problemas, por lo cual choqué con mucha gente.
Toda la parte comercial tiene en el medio una importancia que nadie cree. La
“guita” juega un papel fundamental. Por eso cuando alguien en el medio-radio
tiene una inquietud, no la puede realizar por ese motivo, es decir el factor
monetario.
- Entonces, ¿qué considerarías música comercial?
- Es así: por ejemplo determinada grabadora larga un
disco. Un Marcelo Dupré, lo escuchás cada cinco minutos en radio, entonces la
gente dice “eso es música comercial”. Y así es, se vende ese material porque
tiene “manija” por atrás.
- Pero entonces desde esa óptica tu programa es
comercial…
- No, porque nunca negocié “Discomanía”. Nunca vendí los
temas a determinado sello.
- ¿Y a qué se debe esa mezcla que hacés? Por ejemplo,
“Los Beatles” junto a “Génesis” y “Los Bríos”?
- Hay una mezcla; pero cuando la mezcla está bien
compaginada… Vos decís “Los Bríos”, pero “Los Bríos” es un grupo que no está
manijeado publicitariamente en la
Argentina.
- Pero esa línea “Chingui-chingui” que vos antes
criticabas…
- Hay temas que sí son “Chingui-chingui”, pero tienen
temas muy buenos. ¡Ojo! que a mí no me gusta mezclar Henry Nelsson con “Los
Beatles” que son dos géneros totalmente diferentes. Si vos estás mandando “Los
Beatles” no podés meter un Marcelo Dupré, porque le rompe la estructura al
programa. No lo he hecho nunca.
- Pero yo insisto: yo escuché en tu programa a “Los
Bríos”, “Génesis”, “Los Beatles”…
- Comercialmente se pudo haber dado en algún programa
donde yo no me encargaba directamente de armar, y simplemente hacía la
conducción. En “Discomanía” sí, existe la posibilidad de mezclar una Gloria
Gaynor, con “Bee Gees”, “Los Beatles”, y “Los Bríos”. Lo hacemos porque
consideramos que son etapas musicales diferentes. Pero yo no puedo continuar
insistiendo con la música de “Los Beatles” porque ya se les pasó su “cuarto de
hora”…
- ¡Pero ponés a “Los Beatles” igual!
- Sí, pongo a “Los Beatles”, pero justamente para llegar
a la conclusión de que ha llegado la hora de decir basta.
- Hemos hablado bastante de los condicionamientos. En el
plano musical ¿cuáles son las reglamentaciones que te condicionan para
seleccionar la música?
- Hay una disposición que exige un 50% de música nacional
y un 50% de música extranjera. Ahora, ellos consideran música nacional al tango
y al folklore. El “beat” está descartado. Cuando poníamos en el aire un
programa nocturno, “La
Madrugada ”, yo hice una propuesta de programar un tango
cantado por Beto Orlando o también por algún intérprete de rock…
- O por Spinetta…
- Claro, o por Spinetta… y me dijeron “no”. Que eso era
música internacional. Eso es lo que yo no he logrado entender todavía. Si
Spinetta es argentino, sus temas son argentinos: ¿por qué es encuadrado dentro
de lo internacional? Y como ese hay muchos problemas… Por ejemplo, Víctor
Heredia está “sugerido” dentro de la radio. “Sugerido” significa que no es
conveniente irradiarlo. Yo nunca supe por qué Víctor estaba sugerido. Un día me
encontré con él y me dijo que desconocía el por qué, que nadie le había dicho
“Usted está prohibido porque hizo esto”. Entonces, yo un día paso un tema de
Víctor y no pasa nada. Otra vez hago lo mismo y bueno… ¡para qué te cuento!...
yo pienso que hay que unificar criterios de una vez por todas.
- Hace un rato me decías que hay varias audiciones
juveniles. Graciela Mancuso, con su programa “Experiencias” anda muy bien.
Ella, además tiene una forma muy personal de trabajar. ¿Cómo ves su programa,
cómo la ves como profesional?
- El programa de Mancuso es diferente al mío. Ella es una
gran profesional, que sabe lo que hace. A mí me gusta como trabaja: se
encasilla en una línea y tiene continuidad. Es una persona que tiene una voz
muy cálida, se presta mucho para hacer programas nocturnos. Es un poco así… “la
gatita”.
- ¿Eso de “la gatita” no es un gancho falso para el
oyente?
- Bueno… sí… es falso el término “la gatita”.
- ¿Pero no es un programa… digamos… “seductor”?
- Si te ponés a analizar fríamente, es falsa desde el
punto de vista del diálogo con el oyente, porque ese diálogo no se entabla.
Pero el oyente a eso no le da importancia, porque hasta la fecha no se ha
puesto en el aire algo diferente. Muchos de mis amigos escuchan el programa de
Mancuso justamente porque es medio “seductor”, y a la gente le gusta que la
seduzcan.
- Volviendo a tu programa. Cuando hacés un reportaje: ¿en
base a qué criterio elegís al entrevistado?
- Elijo la parte humana de la persona. Yo no busco
necesariamente al que tiene la manija publicitaria del momento. Puedo llamar y
entrevistar a Serrat aunque esté en decadencia. Pero la mayoría de los medios
buscan a los que tienen esa manija e irradian el material que les conviene.
Entonces: volvamos a lo que me planteabas antes: ¿cuál es el motivo de esto? Es
muy claro. Desgraciadamente, los que estamos en radio –me incluyo- somos un
poco culpables… Yo también aporto mi granito de arena para que esto sea
posible. O sea, no es culpable la gente que nos acerca los discos, sino nosotros,
que somos los que los difundimos.
- ¿Y en cuanto a la parte hablada? Me parece que en tu
programa tiene gran importancia. ¿No hablás demasiado?
- La parte hablada es el vestido del programa. Lo viste,
así también como puede desvestirlo y dejarlo en blanco… tiene tanta importancia
como la parte musical. A mí me gusta mucho hablar. Soy un acaparador del
“fierrito”, me van a dar “el fierrito de oro”. Tal vez hablo demasiado… pero si
aburro a la audiencia, me gustaría que ellos me lo hagan saber.
- Dentro de esa comunicación con el oyente hablaste de
las cartas. ¿Qué te sugieren o dicen en ellas?
- Por ejemplo, recibo una carta sugiriéndome temas. O una
carta de un flaco que dice que “el material que metiste el sábado pasado del
recital de Queen era estupendo… pero después metiste un tema de Sandro y la
reventaste; dejate de embromar…
- ¿“Discomanía” mantuvo siempre la misma línea?
- No. En un principio poníamos rock progresivo, tal vez
demasiado. Un día tomé conciencia de que no solamente nos escuchaban los
rockeros y que había gente que le gustaba, por ejemplo, Valeria Lynch. Como
consideraba que ese material no era malo, lo metía. Pero te aclaro funa vez más
que no tengo ningún acuerdo comercial con una grabadora. Cuando me remiten el
material lo escucho y, si me gusta, lo pongo. Si el tema dice algo, tiene
contenido, fundamento, lo paso.
- ¿Buscás en los temas el contenido de las letras
solamente?
- No, porque en los temas cantados en inglés no puedo
descifrar el contenido. Allí me fijo si el ritmo musical me llega a mí.
Reportaje: Virginia Reardon – Alejo Márquez
Fotografía: Patricia Devita
ESTELA MONTES:
Un largo y sinuoso camino
- Estela, te quiero preguntar si estás satisfecha con los
programas que estás haciendo y cuál es el más importante.
- Bueno, “Discorradio” es el más importante… no es el
programa que una pretende, porque cuando una hace locución, por sobre todas las
cosas, quiere comunicarse, mientras “ellos” pretenden hacer una radio con pocas
palabras y mucha musica… entonces allí ya no…
- No se cumple ese objetivo de comunicación.
- Sí… sigue siendo un servicio, pero por mi manera de ser
yo necesito otra cosa, que la gente permanentemente me demuestre que me está
escuchando. “Discorradio” yo lo grabo y es muy estricto porque tiene un
libreto. Las frasecitas que decimos, por ejemplo “saber agradecer es amar, mil
gracias por estar con Del Plata”, todo está escrito. Esas frases a mí me
gustaría que salieran de mí.
- ¿Nunca hiciste programas en vivo?
- Bueno, yo hago locución desde los 16 años en mi pueblo,
San Pedro, provincia de Buenos Aires, la “capital de los locutores”, de allí
salieron Fernando Bravo, Carlitos Naón, César Masetti en periodismo… Yo hacía
locución mientras estudiaba el secundario y después cuando estuve en quinto año
vine a rendir el examen al ISER y tuve la suerte porque éramos más o menos mil
personas. En el ISER estudié dos años –ahora son tres- y mientras estaba en
primero, viajaba todos los días de San Pedro a Buenos Aires, con el sueldo de
la radio de San Pedro me pagaba el abono del tren. Después en segundo año me
cambiaron los horarios y me vive a vivir con una familia de San Pedro. Aquí
tomé el “Clarín” para buscar trabajo. Trabajé en Sudamtex colgando y
descolgando cortinas, después estuve en las estaciones de servicio regalando
limitas de uña y cajitas de fósforos también para Sudamtex, regalando jabón por
la calle, hasta que entré a un banco donde era una especie de cadete. Cuando en
el banco me iban a nombrar, me llamaron de Radio del Plata para preguntarme si
podía empezar a trabajar un domingo… ¡yo no entendía nada! ¡no lo podía
creer!...
- ¿Y qué tal eran las posibilidades en San Pedro?
- Hay una sola radio en circuito cerrado y son nada más
que cuarenta mil habitantes. La emisora no es lo suficientemente fuerte como
para estar pagando locutores nacionales. Entonces un poco jugábamos a la radio…
los chicos que no están recibidos de locutores trabajan allí. En esas radios
del interior uno hace mucho más que aquí, porque de pronto acá te encontrás con
una mesa llena de papeles con todo elaborado. En cambio en San Pedro yo tomaba
el diario y leía más o menos lo que me gustaba o lo que podía interesar,
atendía el teléfono, me limpiaba cada lugar de trabajo y qué sé yo… hasta hacía
los mandados a mis compañeros.
- Estela, hace un ratito me hablaste de comunicación
frustrada, ahora de una experiencia aparentemente positiva que fue la de San
Pedro; si vos tuvieras en la actualidad, digamos dos horas para hacer el programa
que quisieras, ¿cómo lo harías?
- Yo considero que tiene que estar muy preparada una
persona para estar detrás de un micrófono. Yo no quiero poner excusas, pero
lamentablemente por problemas económicos, después del secundario y de los dos
años del ISER tuve que trabajar y trabajar. Yo consideraba que si decía alguna
vez que no, no me iban a llamar nunca más, entonces hacía todos los horarios
del mundo, de 0 a
6, de 6 a
12, todos… Yo no creo, entonces, estar lo suficientemente preparada. No creo
tampoco que sólo hace falta cultura para estar detrás de un micrófono, pero sí
estar bien informado.
- Pero insisto; a pesar de eso, ¿harías algo diferente a
“Discorradio”?
- Claro. Yo creo que aprovecharía mis estados de ánimo,
porque a la gente le llega más. Lo haría con mucho respeto para darle a la
gente lo mejor de mí, porque espiritualmente tengo cosas para dar. La gente
además de información, necesita que otras personas estén cerca, porque hay
personas que, o por problemas sicológicos, o por el ritmo que se vive hoy día,
se sienten muy solas. Yo por las cartas
que he recibido hasta de la cárcel, sé que en algo sirvo, no por mi
cultura o mi información, sino simplemente como una compañía.
- Y en cuanto a tus gustos personales; ¿qué intérpretes
te gustan, sentís la música de “Discorradio”?
- Me gusta toda la música. De los intérpretes nacionales
me gustan Larralde, Luciana, Piazzolla, Julio Sosa, Stamponi. Del rock me gusta
Queen, pero no es una música que sienta…
- O sea un poco se contrapone tu gusto al de
“Discorradio”…
- Puede ser. Lo que pasa es que a mí todo me gusta hacer
en la radio; desde pasar la sigla de la emisora, hasta leer noticias. Pero con
respecto a la música, es cierto, no siento el rock…
- Decime, ¿cuál es a tu modo de ver la diferencia entre
un locutor y un periodista?
- Para mí el periodista es una persona nómade que anda de
un lado a otro detrás de lo que acontece y que se preocupa mucho por estar bien
informado. No digo con esto que los locutores hayan estudiado poco, yo hablo
por mí. Yo estudié muy poco para hacer lo que hago. Yo particularmente no tengo
nada que ver con un periodista, porque un periodista se entrevista con gente y
hace preguntas interesantes y la charla es muy interesante, en cambio yo no. Estoy
más limitada a leer el papelito ese que me entregan. Lo que estoy haciendo en
“Discorradio” no es lo que realmente siento, pero de pronto ése es mi lugar.
- ¿Pero vos lo sentís como tu lugar o son las condiciones
las que te lo imponen?
- Pienso que un poco las condiciones…
- Porque un poco volveríamos a lo de antes, cuando te
preguntábamos qué harías de tener todo a tu disposición.
- Haría más cosas pero lo que me frena es que no estoy
preparada. O sea si yo pudiera estudiar y prepararme mucho más… Tengo un hijito
y una casa, que es lo más importante de mi vida. Yo sé, sin embargo, que hay
gente que tiene muchos hijos y es lo preparada y lo trabajadora. A mí me han
contratado para ciertos programas y yo he dicho que no puedo porque en ese horario
estoy ocupada, porque considero que si no lo voy a hacer muy bien no tengo por
qué ir a cubrir ese lugar.
- Pero, Estela, ¿eso no es medio una contradicción con lo
que decías antes? Porque indudablemente en la medida que vos te sientas exigida
por determinado programa, esto te va a obligar a perfeccionarte. Es medio como
que tenés una poderosa autocensura.
- Claro, yo te digo, quisiera hacer mil cosas, pero digo
no, porque tendría que dejar a mi nene, mi casa y mi familia. Yo vengo de una
familia repobre y siempre trabajé para ayudar a mis padres. Después de ayudar
en el trabajo en casa te puedo asegurar que ya no me quedaba tiempo para nada.
Y ahora tampoco. Uno llega a la noche muerto, que quiere agarrar el diario y se
duerme y tenés la cabeza tan ocupada que por ahí hay un programa interesante en
TV y no le podés prestar atención y siempre fue así.
- Estela, ¿qué sentís cuando volvés a San Pedro? Ahora
que sos locutora y han pasado muchos años de tu niñez, de esa casa pobre…
- Siento que tengo la suerte de tener esta voz y que con
la voz nada más pude ayudar a mis padres, que tanto me necesitaban. De ellos
tuve todo el apoyo del mundo. En otras profesiones se necesitan muchas otras
cosas, no sólo la voz sino elementos, libros para poder estudiar y a los 7 u 8
años te da el fruto. En cambio yo con dos añitos nada más inmediatamente pude
colaborar en la forma que yo sentía y ellos necesitaban. Y por ahí, cuando
llego a San Pedro, siento como un poco de… alegría por un lado, porque tengo
una linda profesión y tristeza por el otro, porque quise sobreponerme a muchas
cosas pero me fue imposible…
- A lo largo de esta pequeña charla, nos damos cuenta que
fuiste muy golpeada por la vida. Toda esa experiencia desde “abajo”, esos
trabajos anteriores, ese tren que diariamente te traía y te llevaba a San
Pedro, ¿cómo influyó en tu profesión?
- Yo lo acepté así. No me puse a pensar en ese momento
qué lindo sería empezar ya. Y no me había hecho ni ilusiones de trabajar en
Buenos Aires.
- Pero decime, Estela, ¿el que fue más golpeado por la
vida no refleja de alguna manera todo eso en el micrófono?
- Me parece que sí. Muchas veces a la radio viene gente a
pedirte cosas o a consultarnos algo. Quien ha vivido una serie de cosas recibe
a esa gente muy bien, yo jamás rechacé a nadie; les he averiguado cosas, han
perdido cosas y he ido a buscárselas.
- Porque te refrescan cosas de tu propia vida.
- Claro, te hace sufrir, pero también te dan más fuerzas
para ayudarlos. Yo sufrí mucho porque es un cambio muy brusco el estar cómodo
en tu casa, todos los días dormir bien, y todos los días comer bien, a tener
que aguantarte con lo que te traés o de pronto ya te aburrís de ese olor en los
trenes y ese bullicio insoportable en Retiro y la gente tan fría, tan déspota y
vos ser tan distinto… eso te va un poco endureciendo, pero creo que a mí ni me
endureció demasiado ni me hizo crecer, al contrario, me hizo más sensible.
También me acostumbré a no juzgar muchas actitudes de la gente, cuando me di
cuenta de que no tiene otra forma de ser, que la vida los lleva a ser así. Yo,
si vos sos mi amigo, no te pido que cambies para estar más cerca de mí, porque
si la gente es así… tiene sus razones.
Reportaje: Daniel Molinari – Alejo Márquez
Fotografía: Daniel Molinari
Reportaje a
GRACIELA MANCUSO
- ¿Cómo comenzaste la locución y que hacés ahora?
- Empecé hace ocho años, exactamente cuando me recibí de
locutora. Como la mayoría, lo hice haciendo suplencias en todas las radios.
Estuve en Continental y luego pasé a Radio El Mundo. Ese año hice “Matinata”.
Después me fui de El Mundo cuando una reglamentación de las emisoras
comerciales dejaban cesantes a todos los suplentes efectivos. Actualmente hago
“Experiencias”, que va todas las noches por radio Mitre y “Experiencias”
dominical por Del Plata. También tengo un programa que va por treinta y cinco
emisoras del interior y se llama “Para estar con vos”.
- ¿Qué hiciste con Juan Alberto Badía?
- “Música Verdad” por Radio Rivadavia. Yo aprendí
realmente mucho con Juan Alberto. “Música Verdad” fue una experiencia hermosa.
Luego, ya formando pareja de locución, fuimos a Radio del Plata donde hicimos
el programa de Flecha…
- ¿Fue la experiencia más gratificante?
- Sí. En su momento Flecha fue como Modart en la noche.
En ese momento no había muchos programas para la juventud. Los productores
radiofónicos, que son todos muy inteligentes y muy hábiles, siempre hacen esto:
hombre solo o mujer sola, y en aquel momento no había un hombre y una mujer
juntos con imagen de juventud que no tuviesen el librero de una pareja
romántica vendiendo algo. Por eso fue exitoso.
- En un plano más general, la radio ¿ha evolucionado?
- Yo separo a la radio en dos niveles: el técnico y el
humano. Técnicamente nuestra radio es “perfectible”, yo no creo que sea
perfecta, todavía tiene fallas. No conozco otros países, pero amigos o parientes que han viajado me cuentan lo que
son las emisoras en otros países y yo me quedo asombrada. No es que estemos muy
por abajo, pero nos falta técnica.
- Se dice que aquí hay más informalismo, más soltura…
- Indiscutiblemente. Yo he charlado más de una vez con
gente que ha estado en Colombia, Venezuela o Puerto Rico y me dicen que a un
locutor de allí no lo podés sacar de un libreto porque se traban. Aquí la radio
es más abierta. Se terminó la época en que la radio era cosa seria, donde no te
podías reír.
- La radio se ha adaptado a las expresiones corrientes de
la gente. Sin embargo, los avances técnicos trajeron aparejados que esa radio
“en vivo” y con público desapareciera, dando paso a los programas grabados.
Estos programas grabados ¿no han quitado el espontaneísmo?
- No, para nada. Yo he trabajado en vivo muchos años y me
es indiferente grabar. Simplemente sucede que trabajar en vivo, sobre todo de
noche, como lo estoy haciendo ahora –y lo hice durante casi seis años- te lleva
a querer parar un poco. Y bien… te ofrecen la noche, porque te identifican
“fulana de tal para la noche”. Cuando Julio Moyano me llamó para contratarme yo
le pedí por favor que fuera grabado. De la otra manera si bien mucha gente va a
la radio a charlar y tenés más contacto con el público, perdés cosas. Yo no
podría ir al cine, al teatro, ni ver un recital…
- Mucha gente te compara con Betty Elizalde, ¿será por
eso que te identifican con la noche?
- ¿Estás seguro que con Betty? Yo creí que con Nora
Perlé, porque dicen que tenemos la voz muy parecida. Pero te voy a decir una
cosa: no me encuentro parecida. Lo que pasa es que cuando comencé a trabajar de
noche ellas dos eran número uno en ese horario y había que hacer algo distinto;
y como las agencias y los productores querían sacar un molde patrón de todo el
mismo tipo de locutoras y mi voz, aunque es naturalmente disfónica y
entrecortada, se adaptaba a ello. De ahí puede venir, pero no creo que me
parezca tanto… y si me parezco, ni a ellas ni a mí, nos preocupa.
- ¿Cómo armás tu programa que no tiene libreto?
- Mirá, yo no puedo programar lo que voy a hacer un día.
Sucede que yo soy muy espontánea para un montón de actos de mi vida… es como
ser “poco política”, entonces no puedo programar lo que voy a decir, está
acorde con mi ánimo. Además un programa de radio es un estado de ánimo
compartido. A lo mejor el oyente no tiene por qué bancarme mufada un día, pero…
vos sabés que te quieren y te respetan igual…
- ¿De esa manera el locutor logra un importante
desarrollo profesional?
- Claro… Yo tengo una lista de tandas publicitarias y les
digo a los productores: “necesito más avisos porque si no siempre digo lo
mismo”. Pero, en definitiva, yo los cambio o los invento… Invento todo, hasta
los avisos. La productora tiene creativos, que me han escrito unos libretos
bárbaros, pero esta vez dijeron “no”, “hacé lo que sos vos”, y me dieron amplia libertad. Si yo dijera que
en “Experiencias” no me dejan desarrollar, mentiría asquerosamente.
- Pasando al asunto música, y más específicamente al
rock: ¿cómo andamos aquí en creatividad y talento?
- Bueno, con respecto al rock pienso que hay una gran
falencia de creatividad. Yo no digo que nuestros músicos no sean buenos, lo son
y mucho; muy buenos. Pero recibimos todas las corrientes extranjeras, entonces,
por ejemplo, en el caso de Pastoral y de Vivencia, quienes los escuchan pueden
compararlos a Simon y Garfunkel por el estilo musical… No es que haya falta de
talento, hay quizás falta de voluntad o se sienten un poco abatidos o están en
una época de crisis. Tiene que surgir un gran cambio en el cual se pueda
amalgamar todo.
- ¿Entonces el rock está muriendo?
- No pienso ni que va a morir ni que va a resurgir.
Pienso que se va a amalgamar con el jazz y nuestra música autóctona.
- Por lo que venís diciendo vos apoyás la música
nacional, ¿por qué entonces en tu programa pasás tanta música extranjera?
- Porque hay una cantidad de temas prohibidos, y si no
están prohibidos los temas lo están los intérpretes, y si no los autores…
- ¿Qué opinión te merece esto?
- Pienso que es la falta de madurez que tiene el país.
Porque si en Roma, en la ciudad del Vaticano, hay una radio en la cual una
señorita locutora, hace un programa no pornográfico, pero sí dice lo que se le
ocurre… y pasan los temas que se le ocurren, y estamos hablando del
Vaticano… Claro, lo que pasa es que
estamos en un proceso de crecimiento y crecer duele y sufrimos un poco los
golpes. Yo hablo con Raúl Porchetto, que es un gran amigo, o con Charly, o con
León o Spinetta y mirá… todos quieren irse a otro lado, a Brasil, a grabar a
los EE.UU….
- ¿Eso es condenable?
- No, para mí no. Me parece perfecto que quieran buscar
nuevos horizontes. Lo que pasa es que también hay que darle un poco de tiempo
al país, para que acá podamos grabar en no sé cuantos canales, y tener estudios
impresionantes…
- Sí, pero si grabás en mil canales y los temas siguen
prohibidos…
- Lo que pasa es que como todo está en crisis… también
está en crisis la música…
- ¿Toda la música? ¿Qué pasa con el tango y el folklore,
por ejemplo?
- Mirá, supongo que en una época, al tango, lo
estropearon las letras. Que “la percanta que lo amuró”, la tipa que lo dejó
abandonado, al chiquito que se le murió en brazos… es como que los argentinos
tendemos a llorar siempre. Sin embargo hubo creativos como Homero Manzi o
Discépolo muy buenos. Yo escucho ciertos tangos y no dejo de ponerme
melancólica.
- ¿Entonces a la juventud un poco no le pasó eso,
rechazar la melancolía permanente que hay en las letras de tango?
- No, quizás no. Porque fijate que hay chicos que por ahí
tienen dieciocho años y si escuchan bien “Sur” les gusta. Y con el folklore
hubo una época de furor cuando surgió aquel famoso programa de televisión
“Guitarreada”, entonces todos queríamos agarrar la guitarra y cantar
“zamba…”. Yo creo que hay talentosos
como Lima Quintana o músicos como Falú u otros poetas como Dávalos. Pero el
gran problema es que hay muchos temas prohibidos, yo creo que no podés pasar de
la negra Sosa ni siquiera Luna Tucumana. Lo mismo pasa con Serrat, que está
prohibido como intérprete así cante una canción de Carlos Guastavino.
- Graciela, nuestra juventud ¿qué radio prefiere?
- Le gustaría la radio que entretenga, informe y
critique. Ahora predomina la radio que entretiene. Antes había programas
especializados en sintetizar las tres cosas, como “Generación Espontánea”,
donde al margen, se escuchaba música.
- ¿Por qué humanizás a Robert Lewis?
- Es él un hombre al que le cuento cosas. Yo me lo
imagino un poco, todas las noches, con un estado de ánimo diferente. El oyente
toma esa relación como yo la expreso.
- Sí, pero el público adolescente al cual te dirigís, por
la forma de hacer el programa que tenés, hasta se debe poner “celoso” de tu
relación con Robert Lewis.
- ¿Sabés que no? En las cartas me lo dibujan o me ponen
“un abrazo para Robert Lewis”, “es un tipazo” o “qué suerte que tenés un amigo
así”. Y a través de esto me doy cuenta que los adolescentes necesitan
imperiosamente comunicarse. Claro, ser adolescente significa adolecer de un
montón de cosas…
- ¿Por qué esas ganas de comunicarse?
- Porque son adolescentes y en muchas cosas se sienten
solos. El programa los acompaña.
- Al principio de nuestra charla me dijiste que los
productores “te identificaban con la noche”. En relación a esto, tu programa,
¿no es medio seductor?
- A veces sí y a veces no. Yo soy más compinche de mis
oyentes que la mujer que puede intentar seducirlos porque tiene una voz
atrapadora, porque no es así…
- ¿Seguro?
- Sí, porque yo soy naturalmente así. No me maqueto
personajes para mí de vampiresa o de mujer fatal… para nada.
- ¿Qué opinión te merece la experiencia de “radio
abierta” que ha hecho el negro Martinheitz recientemente? ¿Vos harías algo
similar?
- Me parece que es muy importante lo que está haciendo,
intentar comunicarse con el público y llevar al programa gente que al público
realmente le interese. Martinheitz es un excelente profesional. Yo creo que
debería pararme cuando hable de él. Tiene su causticidad, tiene su acidez, pero
eso forma parte de su personalidad. Y aparte, yo siempre digo que el oyente
tiene una gran libertad: cuando algo no le gusta gira el dial y a otra cosa. Si
pudiera haría algo así. Tal vez con “Experiencias”.
- ¿Cuál sería tu propuesta para una radio mejor?
- Yo quisiera que toda la gente trabajara con mucho amor
por lo que hace. No tomar esto como una pantalla para promocionarse. Nuestro
trabajo es bastante de hormiga. Para que un programa de radio salga al aire se
necesita mucha gente. Hacer un programa donde se deje el “yo”, para pensar en
“nosotros”.
- ¿Qué cosas son poco gratas en el medio?
- Lo que no me gusta es la competencia solapada, con
dobles manejos. Yo vivo de los oyentes, no de las notas en las revistas; no lo
digo por vos, ni de los comentarios de los diarios, ni de una fotito más o una
fotito menos. En definitiva, quien da el sí o el no es el oyente. Entonces lo
que me molesta son las actitudes solapadas, las cosas así, sordas…
- ¿Ese doble manejo es inevitable?
- Se podría evitar. Pero lo que pasa es que todo forma
parte de las ambiciones humanas, que por un lado son muy lógicas, pero por otro
no. No todos tienen la misma limpieza interna para saber ganar o perder.
Reportaje: Alejo Márquez
Fotografía: Patricia Devita