El vínculo con el PST




En muchos artículos y tesis de investigación sobre el periodismo alternativo durante la dictadura, la experiencia de Propuesta suele ser soslayada; se la ignora o se la menciona de pasada como “una revista del PST (Partido Socialista de los Trabajadores)”. En este último caso, se considera que estaría más cerca de una experiencia político-partidaria que del mundo de las revistas alternativas. La realidad fue mucho más compleja que ese relato simplificador: pese a su vinculación con el PST, creemos que la experiencia de Propuesta fue esencialmente la de un amplio grupo de jóvenes que la tomó como vehículo para expresarse y resistir de algún modo el oprobioso clima que vivíamos entonces bajo el imperio de las botas militares y los falcon verdes.

La síntesis fue muy especial, rara, casi surrealista: el PST tuvo un rol decisivo en el sostenimiento de la revista y en su cierre, pero casi ninguna ingerencia sobre todo lo demás, es decir (ni más ni menos) sobre los contenidos de la revista y las actividades paralelas que encarábamos. Basta repasar sus contenidos para apreciar qué lejos estaba Propuesta de toda idea de bajar una línea política partidaria. Para explicar estas complejidades, vale la pena contar brevemente esta historia.



Una nueva etapa 


Como se explica en otros artículos de este mismo blog, la revista nació en Quilmes a principios de 1977 como una revista cultural local, y puso un pie en la Capital Federal a comienzos de 1978, a través de la fusión con el grupo de chicos que hacía la revista El Alquimista. Con ellos, hicimos juntos los números 6 y 7 de Propuesta, en un formato más grande. La venta fue bastante buena, pero se nos hacía muy dificultoso llegar a cubrir  los costos de la revista y sostener su continuidad.

Fue entonces que el PST (Partido Socialista de los Trabajadores), que algunos de los miembros quilmeños de la revista integrábamos, nos propuso hacer una inversión para financiar la revista. El interés del partido no era convertir la revista en un medio partidario para bajar línea; esa función la cumplía el periódico partidario, Opción, cuya edición y venta se realizaban en forma rigurosamente clandestina (recordar que hablamos de principios de 1978; las condiciones de esta militancia clandestina son reflejadas en los textos de Laura Restrepo y José Chiquito Moya en la sección La época de este blog). Tampoco se concebía a la revista como lo que se llamaba colaterales del PST, organismos legales que facilitaran organizar gente y dentro de los cuales, con sumo cuidado, se realizaba un trabajo de propaganda partidaria a través de Opción y, eventualmente, se invitaba a determinadas personas a ingresar al partido. Todo lo contrario: para los militantes del PST dentro de Propuesta, estaba prohibida cualquier actividad político partidaria, la cual podría haber puesto en riesgo el proyecto general. Que consistía en mantener la revista tal cual era, con su impronta juvenil, rockera, cultural, con el fin de aglutinar en torno a ella jóvenes y artistas con inquietudes, preparándose para el momento en que se diera, eventualmente, una apertura democrática.

El apoyo financiero del PST fue fundamental, entonces, para garantizar la continuidad de la revista, que siguió saliendo por casi dos años más, hasta llegar a editar 22 números. El primer gran cambio fue que tuvimos redacción propia, desde mediados de 1978, en el cuarto piso de un edificio céntrico: Rivadavia 1260. Y un increíble salto tecnológico respecto a nuestra condición previa: ¡Un teléfono! Desde el número 8, la revista pasó a ser impresa en La Prensa Médica Argentina, Junín 845. Y la distribución se hizo a través de la empresa Rubbo, sacándonos de encima la pesada tarea de su distribución artesanal, mano en mano o kiosko por kiosko. Eso nos permitió comenzar a llegar a los distintos barrios de la Capital Federal y Gran Buenos Aires. En marzo de 1979 nos mudamos a un lugar más amplio, en el primer piso de Azcuénaga 717.

Merece destacarse el rol que tuvo en todo esto Roberto Catania. Experimentado en la actividad de venta de libros y con conexiones con muchas editoriales, Roberto pasó a ser el responsable de la cuestión económica de la revista. El proyecto era formar una editorial -Primeras Luces- encargada de editar la revista y gestionar publicidad, pero también de organizar la venta en cuotas de libros en oficinas del centro porteño, como medio de subsistencia para un grupo de redactores y de ingresos para la revista. Roberto, un poco mayor que el resto, fue no solo el gran organizador de las finanzas en esta nueva etapa sino un entrañable compañero que irradiaba buena onda y daba amigables consejos.


Roberto Catania




El momento y los contenidos


1978 fue uno de los años de mayor fortaleza del régimen militar. Ya había realizado en su mayor parte su tarea de exterminio de los mejores luchadores a través de la desaparición y ejecución -luego sabríamos que se trataba de los 30 mil-, del exilio en el exterior o del exilio interno, con su cuota de clandestinidad y silencio. Ese mismo año, además, el régimen se dio el gusto de ostentar una pátina de popularidad con los festejos callejeros por el triunfo de la selección argentina de fútbol en el Mundial. La resistencia visible era mínima, destacándose la huelga ferroviaria de fines de 1977 y la fundación, en abril del mismo año, del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo.

Completaba el panorama un casi absoluto apoyo al régimen militar de todos los medios de prensa importantes. Las pocas revistas legales, de venta en kioscos, de intención crítica a la dictadura, debíamos recurrir a todo tipo de subterfugios, ideas sugeridas en entrelíneas, alegorías, apelaciones a otros momentos históricos, recursos humorísticos, material literario, etc., para sugerir un mensaje que de alguna manera o en algún aspecto cuestionara la sacrosanta palabra de los milicos. En ese tipo de experiencia podemos incluir, además de Propuesta, a El Expreso Imaginario y Periscopio, a la revista Hum® que comenzó a salir en 1978, y a revistas culturales como El Ornitorrinco y Punto de Vista.

Los miembros del PST en Propuesta nos reuníamos periódicamente para seguir los análisis y orientaciones políticas que iba elaborando el partido. A algunas de esas reuniones acudía el dirigente nacional que mantenía el enlace con el grupo, Rubén Saboulard, alias el Mujik. En alguna ocasión, tuvimos un intercambio de ideas sobre la revista con una escritora colombiana, entonces ignota integrante del PST, hoy autora de fama mundial: Laura Restrepo. Pero los contenidos de cada número de la revista transcurrían por otro carril. La preparación y confección de las notas para cada número de la revista era abordado por una amplia lista de redactores y colaboradores que excedían ampliamente al núcleo de militantes. 


Rubén Saboulard, el Mujik 
(Foto de años posteriores)


El contenido de Propuesta giraba alrededor de temas y posiciones generales anti-sistema, con mínimas referencias al momento concreto: críticas al desastre ecológico; a los elementos alienantes de la vida urbana; a la opresión de las mujeres; a la rutina, los sinsentidos y la falta de espacios y opciones de la vida juvenil en el ámbito escolar, laboral, del tiempo libre y la sexualidad. Otro rasgo persistente era la crítica al mercantilismo en el rock, las artes y el deporte, contraponiéndole el ejemplo de iniciativas artísticas independientes, subterráneas y de artistas marginales. También la reivindicación de la cultura de los sesenta a través de los poetas de la generación beat, Bob Dylan, etc., y en lo nacional, de la poética de pioneros del rock nacional como Moris, Miguel Cantilo, Luis Alberto Spinetta o León Gieco.

Durante el año 1979 la dictadura genocida siguió llevando adelante su política del terror, una de cuyas expresiones fue la represión a las reuniones de las Madres de Plaza de Mayo. Pero comenzaron a observarse algunos pequeños síntomas de cambio del humor social. Comenzó entonces un deterioro de la situación económica: se frenó el índice de crecimiento de años anteriores y aumentó la inflación. Hubo un reanimamiento de los sectores obreros, con conflictos puntuales desde febrero, que desembocaron en un paro parcial el 27 de abril, lanzado por un sector de la dirigencia sindical, continuado por huelgas aisladas en setiembre y octubre.


Paro del 27 de abril de 1979



En septiembre de 1979 arribaba a la Argentina la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, permitiendo que comenzaran a tomar estado público las tropelías de la dictadura,  especialmente la cuestión de los desaparecidos. En diciembre de ese año comenzó una gran lucha contra el cierre de la Universidad de Luján.


Lucha contra el cierre de la Universidad de Luján
(Revista Radiolandia)



Comenzó a notarse un paulatino cambio en el humor de la clase media. Los que en su mayoría habían apoyado al régimen militar, aplaudiendo, negando o haciendo silencio frente a sus crímenes, empezaban a girar lentamente hacia una posición crítica, molesta por las dificultades económicas y por la chatura y censura imperantes. Este giro quedó reflejado en forma cabal en un famoso artículo que María Elena Walsh firmó en el Suplemento Cultura y Nación de Clarín, en agosto de 1979, titulado "Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes". Ese texto unía el pasado reciente y el presente de los sectores medios: por un lado aplaude a la dictadura por lo que hizo, por el otro pide que aflojen la cuerda en temas como la censura. Algunos párrafos:

"Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabemos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué".

"Quienes desempeñan la peliaguda misión de gobernarnos, así como desterraron -y agradecemos- aquellas metralletas que nos apuntaban por doquier en razón de bien atendibles medidas de seguridad, deberían aliviar ya la cuarentena que siguen aplicando sobre la madurez de un pueblo".


Artículo de María Elena Walsh
(Diario Clarín)



Quienes hacíamos Propuesta fuimos registrando esos cambios en el humor de la sociedad y, tanteando los límites posibles, tratamos de ampliar el espacio crítico, sobre todo en los últimos números. En el Nº 18 nos valimos de un hecho de actualidad, el asesinato del periodista Bill Stewart en Managua el 20 de junio, para escribir un texto de solidaridad con la lucha del sandinismo en Nicaragua. En medio de un extenso texto con citas ocultas del poeta Ernesto Cardenal, hacíamos que figure, por ejemplo, el reclamo de "que se vaya Somoza". 





De cualquier modo eso fue más bien excepcional; más sistemático fue el tratamiento crítico de la censura oficial y la reivindicación, a través de notas o reportajes, de figuras públicas de la cultura argentina que venían silenciadas o directamente prohibidas por el régimen militar, algunos de ellos identificados con las fuerzas de izquierda del proceso anterior al golpe. Así, en los cuatro números finales, publicamos entrevistas de Isolda Baraldi a Federico Luppi, Caloi, María Elena Walsh, y de Silvio Winderbaum a León Gieco. Todos ellos criticaban la censura oficial, entre otras cosas. Marcelo Canossa escribió un artículo sobre Violeta Parra, un ícono de la cultura chilena identificado con el régimen socialista derribado en 1973 por el chacal Pinochet. 

En el número 22 sale una nota sobre la censura en el cine. Ese número, el último que salió, en enero de 1980, era una verdadera bomba. Nuestro redactor Raúl Veiga (Alejo Márquez) viajó a Venezuela para cubrir un encuentro de escritores. El resultado salió en ese número: fotos en tapa y reportajes en el interior a Ernesto Cardenal, Mario Benedetti y Julio Cortázar (en este último participó también Alejandro Rozichner). La entrevista a Ernesto Cardenal se titulaba: "Nuestra revolución es contra las tinieblas". Tras este número recibimos en nuestras oficinas de calle Azcuénaga la intimidante visita de esbirros del régimen, camuflados como agentes de migraciones e impositivos, en tareas de inteligencia sobre la revista, su financiamiento y sus redactores.








El final de Propuesta


En enero de 1980 salió ese número 22 de Propuesta, el último. Casi listo el número 23 para entrar en imprenta, sobrevino el cierre. La decisión partió de la dirección del PST, y los militantes del mismo en la revista no tuvimos otra alternativa que aceptar, porque no estábamos en condiciones de presentar alternativas para su continuidad. El desencadenante alegado para la decisión del cierre, en primera instancia, fue de índole económica: a pesar de un interesante nivel de venta y del crecimiento en cuanto a colaboradores, la revista no llegaba a autofinanciarse. En particular en la última etapa, con el alquiler de nuevas oficinas, el cambio a un formato mayor desde el número 19, los viajes al interior y al exterior, se fueron acumulando deudas, cuya garantía en última instancia era el PST. Pero, junto al factor económico, otras razones parecen haber contado. Después de todo, el déficit podría haberse considerado como una inversión, como tantas que debió afrontar el partido. 

Es probable que también hayan influido ciertos cambios de estrategia política, cuyos trazos pueden buscarse en los textos partidarios de fines de 1979, preparatorios del Congreso Nacional del PST reunido en Colombia, con un centenar de delegados que viajaron clandestinamente desde Argentina. Bajo el impacto de la reciente revolución iraní que puso fin a la sanguinaria dictadura del Sha Reza Pahlevi y, sobre todo, del triunfo del levantamiento sandinista en Nicaragua que terminó con la dinastía de Somoza, el PST imaginó para la Argentina un curso similar de enfrentamiento creciente y cada vez más duro con la dictadura militar del Proceso. En esta perspectiva, las posibilidades de apertura democrática quedaban descartadas; el proyecto de Propuesta, basado justamente en esa perspectiva, perdía su razón de ser.

Así, el proyecto de Documento Nacional presentado al Congreso partidario llamaba a  "jugar todas nuestras fuerzas al desarrollo de la movilización obrera y popular y al combate intransigente contra la dictadura y la patronal, conservar en todo momento la capacidad de actuar en la clandestinidad, y prepararnos no para la actividad legal, sino para actuar en el período más convulsivo de nuestra historia, con choques frontales entre las clases que culminarán en los enfrentamientos políticos en sus formas más descarnadas y violentas contra el gobierno militar. No nos organizamos para tener más militantes, más influencia y más posibilidades de aprovechar la legalidad. Somos el partido que se prepara ya, ahora, para dirigir y llevar al triunfo la resistencia obrera y popular contra la dictadura militar". 

Hoy podemos decir que la evolución de la situación argentina no cumplió con los pronósticos bosquejados en ese Congreso del PST. El proceso de la resistencia a la dictadura militar y su caída fue muy diferente al de Nicaragua o Irán. El régimen militar quedó descalabrado y sucumbió rápidamente después del fracaso de su aventura bélica en Malvinas, y esto condujo a la reconquista de derechos democráticos y de legalidad política y sindical, y a la salida del Proceso Militar por la vía electoral. 

El cierre de Propuesta impidió llevar hasta el final el proyecto al que apostamos desde el principio. Queda para rescatar la importante experiencia de periodismo alternativo que llevaron adelante, durante los peores años del proceso militar, un amplio grupo de jóvenes, artistas e intelectuales que intentaron levantar una voz crítica y discordante frente al aciago discurso oficial de la dictadura genocida.