Entrevista  a  Rodolfo  Mederos


En Propuesta Nº 6 – Abril de 1978












UNA  MÚSICA  MÁS  COMPROMETIDA





 _______________________________________________________________________________________



Esta entrevista tuvo lugar en marzo de 1978 en el departamento de Rodolfo Mederos en el barrio porteño de San Telmo. En realidad, hubo dos entrevistas. Según la memoria de Daniel Otero, miembro del staff que participó en la primera de ellas, el modesto grabador de la revista que debió registrar la charla no cumplió su cometido: nada había quedado grabado. La segunda, realizada por Marcelo Kaplan y Néstor Mosaico, sí quedó registrada, y es la que se lee a continuación.


 _______________________________________________________________________________________





Rodolfo Mederos es un músico con una larga trayectoria, desde sus comienzos como bandoneonista en orquestas de tango. Últimamente, y con su grupo Generación Cero, ha producido dos long-plays y varios recitales, con una de las músicas más sensibilizantes y más personales que ofrece el generalmente chato mercado musical hoy en día. Respecto a sus actuaciones, merece citarse la de “Encuentro”, el año pasado, donde la mayor parte de los asistentes lo juzgaron como lo mejor. Por eso decidimos hacer esta charla.




Mederos I: Las raíces y lo nuevo



- Tu música tiene un sabor especial dentro del espectro musical actual. ¿Cómo creés que llegaste a eso?


- Con humildad, reconociendo ser de este lugar, no teniendo vergüenza de sentirme como soy. Y por otra parte, incorporando sin prejuicios todo lo que no sea de acá, pero al servicio de la esencia del lugar dónde vivo. Hay toda una cuestión dialéctica entre vos y las cosas que están próximas a vos, y uno reacciona de acuerdo a eso. Pretender reaccionar frente a un entorno que es ideal, que no existe acá, es totalmente falaz y utópico, no conduce a nada, más que a hipotecar la vida en una experiencia que no hace bien a nadie; no creo que un ser humano se sienta realmente bien hablando de una manera que no es la propia. Lo importante en definitiva es apuntar a un nivel más alto y a una música más dinámica y actual, pero de uno.

Entonces la música esta es así porque yo soy así, porque no tengo miedo de incorporar cosas que aparentemente no son de acá. Me refiero a las cosas técnicas. De pronto la guitarra eléctrica y después formas de cambiar el sonido (distorsión, etc.), incluso las nuevas técnicas de tocar la guitarra, desde el sonido vibrado hasta el estirado, y esas técnicas aparecen como posibilidades de expresión, como modo de ampliar la expresión de un instrumento. Si mañana apareciese una forma de tocar la guitarra con un anzuelo o un tirabuzón y de esa experiencia resulta que salen posibilidades nuevas de expresión, fenómeno. El problema no es cómo tocar, sino qué tocar. Yo puedo tocar de manera muy limpia un blues, y estoy falseando mi realidad, y yo puedo tocar con todas las estiradas y distorsiones y con los instrumentos que a vos se te ocurran una música que, como la que estamos haciendo, te suena de acá.

Si Hendrix tuviera un bandoneón en sus manos y pudiera tocarlo, seguramente no va a sonar a música de Buenos Aires, por más que sea un bandoneón. Eso no va a garantizar de ninguna manera una porteñización del sonido. El instrumento puede dar un aspecto o facilitar un resultado, pero lo que importa es el tipo que lo toca.

Resumiendo: ¿por qué esta música? Porque soy un tipo que no tengo miedo de incorporar lo que fuere, un erke, catorce trombones o un tanque de guerra, y no tengo vergüenza de hacer la música del lugar dónde vivo, Buenos Aires, que es la ciudad que quiero y a la cual le debo todo lo que soy. La suma de estas dos cosas hacen que esta música sea lo que es, aparte de si hay talento o no, si es genial o no, si está bien tocada o no, si se difunde o no. Esos son otros problemas.








Mederos II: El blues bastardo y el viejo tango



- La generación que hoy está en los 20-22 años, se formó musicalmente escuchando fundamentalmente música venida de afuera, genéricamente digamos rock, música de Estados Unidos, de Inglaterra. Acá mismo, empezó a hacer una identificación entre su ciudad y su música a través, por ejemplo, del blues de Manal y no del tango. O, más en general, escucha continuamente el sonido de guitarra eléctrica, y por lo tanto lo incorporó. Entonces te podés plantear dos cosas: aceptar esa formación y tocar espontáneamente, seguramente influido por eso, o tratar de ver hasta donde se puede tratar de contrarrestar esa influencia.


- Eso del blues nacional es una falacia. No existe, como no existe el tango japonés, aunque en el Japón les guste mucho y seguramente haya más bandoneonistas que en Buenos Aires. Eso es un exotismo. Incluso las letras no tienen nada que ver con un blues, el blues es propio de una persona que vive en un lugar determinado, es el canto del negro, la tristeza del hombre que está trabajando en las minas o está hacinado bajo la explotación del blanco. Por eso es así, es azul, es triste. Entonces no tiene sentido: mientras seas blanco y vivas una realidad que no es de acá, vas a hacer un blues for export, qué se yo. Se bastardea, pierde el sentido real por el que fue hecho. Es como si hicieras una milonga pampeana cantada en inglés y que la escribieras en La Haya o en Hamburgo. Si lo único que podemos hacer es un blues es que somos incapaces. Si hay capacidad hagamos otra música, dejémonos de joder. Tampoco hagamos tango. Yo, personalmente, no lo hago. Pero hagamos algo realmente genuino, que sirva a las generaciones que vienen. Si no, si vamos a dejar el tango para hacer blues es peor, porque si el tango es viejo, el blues no sólo es viejo sino que no es de acá. Empecemos por hacer conciencia de qué nos corresponde hacer. Es como si ahora quisiéramos hacer música cortesana, cuando no se vive un ambiente cortesano, no existe el rey, es toda otra cosa. La puedo hacer profesionalmente, como puedo hacer un coral tipo 1800 y pico, pero como recreo, como ejercicio, como quién juega un partido de fútbol un domingo pero no es deportista. Lo que nos toca hacer es música más comprometida, porque eso otro es totalmente sin compromiso. Si yo ahora me pongo a hacer fugas, estoy escapando olímpicamente a mi realidad, no me comprometo, soy un irresponsable, hecho bastante frecuente, parece ser.

El asunto está en decir: “yo soy de acá, me guste o no, voy a pintar esto, ahora”. Ahí se acabaron todos los cabildeos y ese tipo de cuestiones existenciales, que si soy blusero, me gusta el blues, pero no, qué tocaré. Si te tocó una generación que vino formada a la luz de ese tipo de expresiones, eso en principio es una joda. Pero si hay conciencia, eso ya es el 50% de la cuestión. El otro 50% habría que dedicarlo a la reeducación; eso no quiere decir sentarse a escuchar endemoniadamente a Gardel, en principio se trata de escuchar toda la música, y fundamentalmente las expresiones que se pueden considerar como las más representativas de aquí, aunque sean de otra época.

Esa generación que se hizo al amparo del rock, -y lo que llegaba acá no siempre era de la mejor calidad-, obviamente es un fenómeno no casual, dirigido, eso es producto de una cultura dependiente, producta a su vez de una economía dependiente. Pero al tango también le toca su hachazo. Los tangueros también tienen su culpa, porque de alguna manera les faltó la polenta como para seguir rejuveneciendo. Hasta el 50 todo vino bien, de ahí en adelante creo que faltaron tipos que se jugaran las pelotas para sacarlo adelante, hubo una actitud de achatamiento. Agacharon el lomo, y entonces vino toda la oleada de música extranjera. Ahora quedaron reducidos a tocar en los antros nocturnos que existen por ahí, los Caño 14, los Michelángelo, que son todos for export o para superejecutivos que van melancólicamente a beber su whisky y a recordar cuando bailaban, cuando eran jóvenes. Realmente es muy triste. Si yo tuviese que nombrarte gente que hoy hace tango, y que pueda señalarte como digno de escucharlo no sabría, creo que no hay. ¿Sabés a quién te tendría que sugerir? A Pugliese, que es un tipo que debe tener 70 años, y que hace un tango que ya se escuchaba en el 35, pero por lo menos tiene polenta. Gente de 30-40 años no hay, hubo como una generación hueca, sin exponentes.



- ¿Y Piazzolla?


- Claro, Piazzolla sería quizá la excepción, y fijate que está ya casi en los 60 años, no es ningún joven. Es joven él, es joven su música, pero me estoy refiriendo a tipos de mi generación, yo me encuentro solo.



- Rodolfo, seguí con eso de la reeducación.


- Hay que intentar higienizarse, limpiarse un poco, empezar más puramente, de ahora y hacia delante, y escribir no proponiéndose ser  más raro, ni más moderno, ni más vendedor, ni ser tanguero. En todo caso, caminar un cacho por la ciudad y descubrir las cosas lindas que tiene todo esto, y ver un poco la gente, es decir caminar un poco por el barrio y ver al abuelo fumando la pipa o tomando el mate y el pibe jugando a la pelota, mezclarse un poco con todo eso. Puede que así surjan cosas más contaminadas, ir encontrando la vena propia. Si no son experiencias que no van más allá del tubo de ensayo, y que por lo general son frías, como se hizo. Mezclar bandoneones porque sí, porque es demodé, para ver qué pasa, con un conjunto que toca decididamente criterios de rock, es como un parche. Pueden ser interesantes, como puede serlo un reloj que ande a kerosén, pero para qué sirve no sé.



- Hace un año o dos que se viene hablando con bombos y platillos de la nueva música de Buenos Aires, o la nueva música contemporánea, fundamentalmente a partir de la gente que viene del rock o de una mezcla entre estos y otros venidos del tango, del folklore. ¿Cömo lo ves?


- Creo que las cosas en vez de anunciarlas hay que hacerlas. Nunca dije nada de que hacía nueva música. El etiquetamiento es producto de la inseguridad: yo tengo que saber que eso es eso porque si no me da miedo. El único que sabe es el que hace, el que anuncia mucho es porque no sabe hacer otra cosa que anunciar. Lo único que yo sé es que hasta ahora no conozco un grupo que me haga revolver las entrañas.










Mederos III: El maneje y los proyectos.



- A vos te escucha básicamente la gente del rock.


- Sí, gran parte, pero no toda. La parte de gente de rock que le gusta la música, porque hay gente en el rock a la que no le gusta la música.



- Bueno, aún así, ¿cómo te movés frente a todo el maneje comercial, en un ambiente donde pululan tipos como Jorge Álvarez, etc.? Nos referimos a la producción, difusión, etc.


- Hacer mi música es una parte. Difundirla es otra parte, que yo no descuido, y que por no descuidarla no la pongo en manos de Jorge Álvarez precisamente. Tengo todo un plan táctico tendiendo a llegar a la mayor cantidad de gente posible sin bajar el nivel, lo cual es lo más atrevido, porque lo demás es conseguible. Ser elitista no es tan difícil, ser bastardo tampoco, el asunto es mantener la musicalidad, el nivel, y además pretender la masividad. Es muy difícil porque en general hay un grado de adocenamiento en la gente nada fácil de neutralizar, se viven épocas de una insensibilidad muy grande; fijate que la gente llega a un concierto y los dos o tres primeros temas se los toma para meterse un poco adentro de la cosa, abrir un poco la caparazón, esa cosa impenetrable que mucha gente se pone para no sucumbir ante las inclemencias cotidianas. Y cuesta, realmente, que abran su caparazón y absorban todas las ideas profundas y las sutilezas que uno quiere darle. Además no contás con el apoyo de todos los organismos y estructuras propias del mercado y del negocio de la música (sellos grabadores, etc.). Todo es una mercancía. Vos para un sello grabador sos una cuenta, un número, cuántos discos vendés. Contra esos criterios es muy duro luchar, pero no hace falta más que te dejen una puertita abierta para poner el pie y no dejarla cerrar, y así seguir avanzando.



- ¿Cuál es la relación entre Mederos y los integrantes de Generación Cero?


- Básicamente, un tipo que escribe la música y cinco tipos para tocar, dentro de una relación óptima, de amigos, con un mínimo nivel de intimidad.



- ¿Cuáles son los proyectos más inmediatos?


- En este momento en el grupo quedamos Claudio Raggazzi, Gustavo Fedel y yo. Se retiraron Eduardo Criscuolo y Pablo Raggazzi con proyectos propios, así que en estos momentos estoy buscando los que lo sustituyan, y preparando los nuevos temas para empezar el año. Estamos a punto de concretar el tercer disco, que quisiera hacer ya con la nueva formación.

Además, estamos por concretar una idea que tengo hace mucho tiempo, la de tocar en un local, en forma más o menos estable. Hoy hay locales nocturnos con el criterio de las peñas u otros donde por lo general van esos noctámbulos veteranos que si no están en curda están próximos, muy de madrugada, y que no sirven para nada, más que para esa gente, claro. Pero no existe un lugar para gente joven, a precios y en horarios accesibles. No podés hacer un Coliseo todas las semanas, pero sí, tenés ganas de tocar todas las semanas. Un lugar como existen en todas partes del mundo, o como tienen acá los tangueros o los jazzistas, pero que los músicos de este nuevo tipo de música no tienen.

Sería con una capacidad para unas 200 personas, donde cualquiera pueda ir a tomarse una copa a un precio que se pueda bancar y donde tocaríamos nosotros alternando con otros grupos o solistas, por lo menos cinco días a la semana. Eso implicaría también una cosa más cálida, un contacto más directo y con cosas imprevisibles (como zapadas con músicos invitados). A más largo plazo podría significar crear fuentes de trabajo para un montón de gente que debe haber por ahí, en los barrios, en el interior, que quizás con posibilidades de afiatarse romperían todo.

Después de esto, cubrir todo el esquema de trabajo, recitales, salir al interior, que es muy importante por la cuestión de la masividad, si no te empezás a quedar en centros reducidos que es uno de los problemas de Piazzolla. El nunca quiso ser masivo: Piazzolla no es popular. Es famoso, no popular. Y sin embargo tenía la posibilidad de serlo, su música no es elitista, tiene una polenta terrible, no es el ¨Collegium Musicum¨.  Pero él terminó siempre tocando en boliches donde hay que pagar un palo la copa, donde van los jonis, y bueno…







(La charla, que había sido registrada en el grabador de Mederos porque el nuestro se había descompuesto, terminó. Muchas cosas quedaron en el tintero. Una de ellas es con referencia al rock, al blues, etc. En una charla anterior con el mismo Mederos, hablando del mismo tema, nosotros opinábamos que si bien era cierta, y perniciosa, la penetración dirigida de una cultura extranjera, se trataba de un fenómeno contradictorio, ya que si el rock entró aquí como producto de consumo, no podía eludir su origen de expresión de sectores jóvenes marginados, oprimidos, y entonces de alguna manera implicaba una comunicación aún válida para nosotros. Decíamos que las empresas de discos nos podían vender a Jimi Hendrix, por ejemplo, como producto envasado, pero que cuando Hendrix compuso esa música era un negro reventado y auténtico y no un mercader de la penetración cultural. De cualquier modo, el tema da para mucho y puede ser debatido más adelante, así que nos despedimos por fin de Mederos, que dicho sea de paso estaba con dolor de muelas, no sin antes dejarle (venderle) un ejemplar del libro ¨El aullido del escarabajo de plomo¨, que te recomendamos, etc., etc., etc…).



Reportaje: Marcelo Kaplan y Néstor Mosaico





Discografía de 
Rodolfo Mederos y Generación Cero 





Fuera de broma (1976)





De todas maneras (1977)





Todo hoy (1978)





Buenas noches, Paula (1983)





Verdades y mentiras (1984)





Reencuentros (1989)